domingo, 30 de junio de 2013

MARCEL CARNÉ Y PARÍS

Ése es el lugar. Aunque me aguarden miles de hermosísimos, pintorescos, salvajes, plácidos, extremos, o desoladores parajes por conocer, el único destino al que siempre vuelvo, con emoción renovada, es a Paris, y lo hago convencida de que toda la comedia y la tragedia se inventó allí, en una u otra época; consciente de que tanto la inspiración sublime como el vicio más abyecto han tenido lugar al borde del Sena en distintas noches de luna llena; sabedora de que este ambiente exquisito de la mañana puede convertirse en el centro canalla más tremendo y desolador al ponerse el sol; segura de que a nadie ha de extrañarle que, tanto la literatura como el cine, hayan acudido con tamaña frecuencia a la llamada de esas calles, de ese río, o de ese altivo Molino Rojo, porque Paris siempre será la buhardilla  donde cualquier Olympia que, como Cenicienta haya perdido su mínimo zapato de cristal, puede encontrar un mágico Monet quien, pincel en mano, convierta la sordidez de turbias pesadillas, en el más hermoso e increíble de los sueños.

Me gusta alojarme en Issy les Moulineaux, aunque ahora haya perdido parte de su mimoso encanto pueblerino para convertirse en abanderada de las nuevas tecnologías y, desde la Mairie, después de un croissant que quita el sentido, llegar al centro de Paris, siempre mejor en metro que en el vertiginoso RER, para así ir saboreando el nombre de cada una de las estaciones amigas; Corentin; Porte de Versailles; Convention… hasta llegar, en apenas veinte minutos, a la que casi siempre escojo como cruce de caminos para iniciar mil y una rutas añoradas: Concorde.

domingo, 23 de junio de 2013

VASCO DE QUIROGA

"La madre que no quisiera criar sus hijos, los llevase a aquel hospital donde se criaban con gran cuidado y regalo, dándoles leche, de comer y de vestir todo el tiempo que era necesario". Vasco de Quiroga (1470 - 1565)

DON VASCO DE QUIROGA, SU VIDA Y SUS FUNDACIONES

Después de la caída de Tenochtitlan la corona española, en cuyo nombre se hizo la conquista, ensayó diversas formas de gobierno en el vasto dominio al que habían puesto por nombre la Nueva España. Primero enviaron un gobernador, Cristóbal de Tapia, que fue nulificado por la fuerza incontrastable del conquistador Hernán Cortés. Luego, nombraron al mismo Cortés como gobernador y Capitán General, pero con un aparato burocrático impuesto desde España: los oficiales reales o sea un tesorero, Alonso de Estrada; un contador, Rodrigo de Albornoz; un factor, Alonso de Aguilar; y un veedor, Pedro Almíndez Cherinos [1]. El rey y sus consejeros, decidieron poner fin a los desmanes de Cortés y para ello enviaron un juez de residencia, Luís Ponce de León, quien murió misteriosamente a los diecisiete días de haber llegado a México; quedó en su lugar el inquisidor Marcos de Aguilar, quien murió también, sin haber cumplido su misión; el poder quedó en manos de Estrada. Ante estos sucesos alarmantes, se acordó crear la Audiencia y Cancillería Real, con jurisdicción en Nueva España, Cabo de Honduras, Guatemala, Yucatán, Cozumel, Pánuco, La Florida y Río de las Palmas; y se pensó en el poder de las armas, entregándose la presidencia de la Audiencia en manos de Beltrán Nuño de Guzmán, congénere -aunque enemigo- de Cortés. Se designaron cuatro oidores: los licenciados Martín Ortiz de Matienzo, Alonso de Parada, Diego Delgadillo y Francisco Maldonado. Con los miembros de la Audiencia arribó fray Juan de Zumárraga, electo primer obispo de México y Protector de los indios. A los pocos días de su llegada, murieron Parada y Maldonado. Gobernaron sólo Nuño de Guzmán, Matienzo y Delgadillo, a quienes Pereyra llama "el triunvirato de la inquietud y el desgobierno".

jueves, 6 de junio de 2013

EL MAR Y LA FORMACIÓN HUMANA

El día 13 de enero de 1914 aparecía en el periódico londinense The Times el siguiente anuncio: “Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo escaso. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura el regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito”.  El aviso había sido publicado a instancias del explorador Ernest Shackleton (1.874 – 1.922), al objeto de reunir la tripulación necesaria para su proyecto de atravesar el Polo Sur. La posterior gesta que protagonizaría el propio Shackleton junto a las 27 personas finalmente seleccionadas, terminaría por convertirse en uno de los fracasos más exitosos de la historia reciente de la humanidad y en un ejemplo sin parangón de liderazgo y supervivencia en condiciones extremas, que hoy sigue siendo objeto de estudio en escuelas y universidades de todo el mundo. Los 20 meses que pasaron atrapados en el antártico, durante los que recorrieron 554 kilómetros a través de un desierto de hielo, 800 millas sobre mares embravecidos, a bordo de una embarcación que no llegaba a 7 metros de eslora y 35 kilómetros a través de escarpadas montañas heladas, culminaron con el regreso de la expedición y sin que llegara a lamentarse la pérdida de una sola vida humana. Una aventura excepcional llevada a cabo por hombres excepcionales, que quedó inmortalizada a través de las espectaculares imágenes de Frank Hurley, el fotógrafo de la expedición, cuyo impresionante trabajo es igualmente digno de admiración.

Al margen de la sobrecogedora gesta humana vivida por la expedición de Shackleton, desde el primer momento me pareció sorprendente el hecho de que un anuncio redactado en semejantes términos, pudiera reunir en pocos días la friolera de 5.000 solicitudes… hasta que caí en la cuenta de que lo que proponía el texto del anuncio no era demasiado diferente a la realidad que vivían miles de personas en la Inglaterra de aquellos años, especialmente entre el proletariado urbano. De hecho y salvando las distancias, ni siquiera resulta tan diferente de la realidad en la que viven hoy –en la que vivimos hoy- millones de seres humanos en todo el planeta… A los efectos, recuerdo una vez más el texto del anuncio: “…viaje peligroso. Sueldo escaso. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura el regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito”.