lunes, 16 de diciembre de 2013

JORGE JUAN Y SANTACILIA

La víspera de Reyes de hace 300 años en la preciosa casona del Fontanet, situada a caballo entre Monforte del Cid y Novelda que, aún hoy, conserva su señorío y buen estado de conservación, todo era bullicio y algarabía. El tiempo amenazaba lluvia y doña Violante se había puesto de parto. La noble señora había casado en segundas nupcias con Don Bernardo, también viudo, aportando entre los dos varios hijos a su nuevo estado, pero este pequeño que peleaba ahora por asomarse al mundo, era el primer hijo del actual matrimonio, ansiado y esperado con renovada ilusión en su madurez, y al que aún seguirían otros dos; Margarita y Bernardo, que habría de nacer ya fallecido su progenitor.

Las mujeres de la familia aguardaban pacientes en la planta baja rezando por el feliz desarrollo del parto, no sin dejar de probar las deliciosas rosquillas regadas con el oloroso anís de la casa. Los hombres apuraban sus cigarros en la espaciosa sala, ojeando a través de los balcones de hierro forjado el tiempo cambiante, y hablando de mil y un asuntos, mientras escuchaban el silbido del viento, el crepitar de la lumbre y las subidas y bajadas de las mozas con toallas, ungüentos varios y risas entrecortadas.

A pocos kilómetros de esas tierras duras del Vinalopó, las playas de Alicante veían embravecerse por momentos la mar Mediterránea en un cambio de humor inusitado. Ella de por sí tan serena, tan suave, tan calmada, parecía querer extenderse entre olas de romería por los campos cercanos hasta llegar a la casa solariega, para dejar su beso enamorado en la cuna de un niño, que ya hombre, se adentraría en sus aguas, marinero de soles y de lunas, descubridor de rutas y pescador de ensueños imposibles que, solo su inteligencia preclara unida a su constancia y dedicación absolutas, llegarían a convertir en realidad.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

NELSON MANDELA: NO IMPORTA EL COLOR DE LA PIEL

“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión”. Nelson Mandela

Llanto y danzas, cantos y sollozos por la muerte de Nelson Rolihlahla Mandela (1918-2013). Un líder íntegro en sus principios, carismático en sus horizontes y valiente en los desafíos de la vida. Una personalidad que reflejaba sin alboroto ni algarabía lo esencial de la vida humana: la convivencia pacífica en el respeto mutuo, la libertad constructiva y la dignidad inviolable de la persona humana. Por encima de toda frontera étnica y geográfica, más allá de todo linde religioso y cultural. A pesar del abominable y atroz calvario de su vida Mandela cultivó en el silencio de su alma libre y compungida el sentido profundo de la reconciliación, del perdón y del amor. Fue capaz de desbaratar con sus iluminadoras palabras y vencer con sus elocuentes acciones los fáciles caminos de la violencia popular.

Del “amor a los enemigos” Mandela hizo la divisa genial de su esperada liberación el 11 de febrero de 1990. Tenía dos opciones en una Sudáfrica maltrecha y vapuleada por bestia infernal del apartheid: el camino de la guerra o la senda de la paz. Ante ese difícil, arriesgado y laborioso dilema personal, Mandela optó por la vía de la reconciliación y de la paz. Salió de prisión y era un hombre libre, no sólo físicamente hablando sino también interiormente. Como siempre lo había sido. Pero no abandonó el calabozo para arremeter contra sus infames perseguidores, como tantos lo esperaban, sino para construir con paciencia una sociedad nueva, democrática y libre en la que hubiera un espacio digno y vital para cada uno de sus miembros. No importa quienes fueran. Era una tarea ingente y piramidal. En un país que había sufrido los arañazos y golpes, la represión e crueldad de la más vil, infame y rabiosa discriminación.