Tengo que decirles de entrada que yo no soy ni economista, ni banquero. Entiendo poco, por no decir nada, de los complejos meandros de la bolsa. Cuando veo el zigzag enfermizo de las subidas y bajadas, me imagino a un paciente con una enfermedad que no acaba de ser detectada. Lo de los pronósticos me deja atónito, boquiabierto y patitieso. Eso que llaman las “agencias de rating” me causa gran perplejidad y me deja el poso de muchas dudas en la cabeza. Los señores del rating son los auténticos “tipos de interés” que se ocupan de sus propios negocios, tienen acceso a información privilegiada y se han constituido en fortalezas inexpugnables. Ah! y me digan ustedes quién de los comunes mortales entiende eso de “la prima de riesgo” fuera del ámbito familiar, o lo de la “deuda soberana” en sistemas monárquicos, o lo del “fondo de rescate” en aguas del océano. Ustedes mi explicarán qué significa “comprar deuda”, o “subastar deuda” o eso de los “activos tóxicos” que te hace pensar en comprarte un potente matamoscas infectadas.
Difusión del humanismo clásico, renacentista y de inspiración cristiana. Valores humanos, ética, formación integral de la persona, espiritualidad, educación en valores y cultura. Renovación social. Biografías de filósofos, humanistas y grandes pensadores. Material bibliográfico y documental.
lunes, 30 de julio de 2012
viernes, 27 de julio de 2012
EL CUENTO DE LA LECHERA
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jueves, 19 de julio de 2012
NEO-HUMANISMO
"El progreso no consiste en tener más, es decir, acumular bienes materiales, sino en ser más, crecer".
No es inoportuno recordar ahora que en un importante y arriesgado coloquio celebrado en Ávila se ha coincidido, desde dos puntos opuestos del pensamiento y de la doctrina, en la necesidad de retornar al Humanismo, que es una de las características renovables de la cultura europea. El primer Humanismo fue en gran medida el resultado de la gran depresión iniciada en 1328. Arrancaba de uno de los valores más importantes transmitidos desde el cristianismo: es tanta la dignidad que reviste la naturaleza humana que el propio Dios la tomó para sí mismo a fin de salvarla de la destrucción. Con todos los defectos sociales y políticos que siempre parecen inevitables, ese Humanismo que arranca de Petrarca y alcanza a Tomás Moro consiguió dar un vuelco completo a la situación, remontando la crisis económica que parecía entonces, como hoy, insuperable y lanzando a Europa a esa «desoberta do mundo» de la que los hispanos fuimos protagonistas.
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lunes, 2 de julio de 2012
ISABEL MONTEJANO
No sé cuantos de ustedes conocen Leganés. Aquella Legamar chiquita por la que zascandileaba Don Juan de Austria, el vencedor de Lepanto, cuando apenas era para sus vecinos más que un tierno alemanito, apodado Jeromín; o Alcorcón, que antes fuera “de los pucheros”, porque tantos se cocieron en sus hornos árabes que merecieron figurar en número de tres en el escudo de la Villa; o Getafe, “calle larga” para los musulmanes, donde se cultivaban las más hermosas alcachofas para deleite de los vecinos de la cercana Capital. Ignoro si han paseado por el que fuera pueblo de arrieros y labradores, fundado frente a una “fuente labrada”, que le dio a más de agua cristalina, sonoro nombre; o si han tenido oportunidad de detenerse con calma en Móstoles para preguntar a alguno de sus mayores por el alcalde Torrejón, aquél hombre bien nacido que, a toque de campana tañida, defendió en unión de sus vecinos la independencia de España; o si han sido capaces de distinguir entre sus moradores actuales a los descendientes de aquellos cazadores de avutardas, o agricultores de buen trigo y mejor cebada que hace luengos años emprendieron desde su Humanejos natal caminos distintos, que no distantes, unos hacia Parla y otros hacia Humanes. Quizá alguno de los paseantes habituales de nuestros espléndidos y bellos Monte del Pilar o del Parque forestal de Somosaguas de Pozuelo, se hayan acercado para disfrutar también de esos otros parajes no lejanos que forman parte de nuestro entorno.
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Isabel Montejano,
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