domingo, 26 de febrero de 2012

LUDOVICO ARIOSTO

"Todos debemos auxiliar a nuestro prójimo, porque las buenas acciones raras veces quedan sin recompensa, y aun en el caso de no obtenerla, al menos su práctica no puede causar la muerte, ni perjuicio, ni ignominia".

ARIOSTO (Luís), uno de los más grandes y más excelentes poetas italianos; nació en Regio, donde su padre Nicolas era gobernador en 1474. Manifestó desde niño sus talentos para la poesía. El cardenal Hipólito de Est, que le miraba con particular cariño, quiso tenerle siempre al lado hasta su muerte, y su hermano Alfonso I, Duque de Ferrara le llamó a su corte ansioso de disfrutar continuamente del trato del joven Ariosto, porque la conversación de éste era una verdadera delicia para aquel príncipe. Poseía perfectamente Ariosto la lengua latina, pero quiso más bien escribir sus obras en italiano. El cardenal Bembo quiso disuadirle de este propósito, exponiéndole que adquiriría mayor gloria escribiendo en latín, por ser una lengua más rica y armoniosa. Más bien quiero, respondió el Ariosto, ser el primero entre los escritores italianos, que el segundo entre los latinos

El poeta había construído una casa con un jardín, en Ferrara, que era el lugar donde comunmente meditaba y componía. Esta casa respiraba la sencillez de un filósofo por lo cuál le preguntaron un día, porque no la hacía más magnífica, ya que había tan noblemente descrito en su Orlando tantos palacios magníficos, y tantos bellos pórticos y fuentes agradables, a lo cuál respondió: que con más facilidad y prontitud se unían las palabras que las piedras. Padecía de tal manera su oído cuando se leían sus versos con poca gracia, que un día oyendo a un alfarero que estropeaba cantando una estancia del Orlando, entró en su tienda y rompió muchos cacharros que estaban en venta. Encolerizóse el artífice y Ariosto le respondió: Aún no me he vengado bastante, pues no he roto más que una docena de tus vasijas que no valen 20 sueldos, y tu me has estropedo una estancia de un precio considerable.

Aunque muy sensible Ariosto a los placeres del amor, lo era aún más a los sentimientos puros de la naturaleza. Amó tiernamente a su madre, y en su vejez la trató con el mayor respeto. Su carácter era benéfico, y su virtud y su probidad tan conocidas, que un clérigo viejo que poseía tres o cuatro ricos beneficios y que temía ser envenenado por alguno de aquellos que debían  sucederle, eligió al Ariosto con preferencia a todos sus amigos para que habitase con el. 

Estuvo encargado durante algún tiempo del gobierno de una provincia del Apenino, la cuál se había rebelado y estaba infestada de bandidos y contrabandistas. Ariosto siempre activo y celoso del cumplimiento de su deber, restableció el sosiego y en la provincia un grande imperio sobre los ánimos de todos y particularmente sobre aquellos malvados. Cierto día en que el gobernador poeta, más pensativo de lo acostumbrado, había salido en bata de una fortaleza donde solía residir, cayó en manos de los malévolos; y como uno de ellos que le conoció, advirtiese a los demás que aquel sujeto era el Sr. Ariosto, al oir el nombre del autor del poema de del Orlando Furioso, todos aquellos hombres desalmados se arrojaron a sus pies y le acompañaron hasta la entrada de la fortaleza diciéndole, que la fama de su virtud y de su mérito, les hacía respetar en persona el título de gobernador

Ariosto que era de una salud muy delicada, se vio muchas veces en la precisión de tener que recurrir a los médicos, y manifestó mucha serenidad y constancia en su postrera enfermedad, diciendo por último a los que estaban presentes: que muchos de sus amigos habían ya marchado, que él deseaba volver a verlos, y que cada momento que pasaba, le hacían desfallecer hasta que llegase a tener aquella felicidad. Murió de una enfermedad de languidez, en el año 1535, a la edad de 59. Dejó dos hijos ilegítimos que tuvo de una amante llamada Alejandra, con quien se hubiera casado a no ser por el temor de perder sus beneficios. 

Habíase adquirido fama este poeta desde un principio con sus Sátiras y después con sus cinco Comedias, en las que hay grande artificio poético y verdadera fuerza cómica, y las cuáles fueron representadas con aplauso repetidas veces en la corte de Ferrara que era entonces una de las más magníficas de Europa. Estas comedias se compararon al publicarlas con Plauto y Terencio. La intitulada los Supuestos fue la más aplaudida y lo es todavía en Italia.

Diose también a conocer el Ariosto con algunos sonetos, madrigales, balatas, canciones, etc.; pero la obra que le ha hecho inmortal es su poema de Orlando Furioso. -Si se quiere comparar sin preocupación, dice un buen ingenio, la Odisea de Homero con el Orlando de Ariosto, el poema italiano prevalece por todos respetos. Ambos tienen un mismo defecto, cual es la intemperancia de la imaginación, y un romancesco increíble; pero el Ariosto ha compensado este defecto con alegorías tan verdaderas, con sátiras tan finas, con un conocimiento tan profundo del corazón del ser humano, con las sales cómicas que suceden continuamente a los pasajes fuertes y terribles; en fin con tan innumerables bellezas en todo género, que él ha encontrado el secreto de hacer un monstruo maravilloso.

El gran talento de Ariosto se admira en aquella facilidad con que pasa continuamente de lo serio a lo festivo, de lo festivo a lo grave, y de lo grave a lo sublime. Él va y viene de las descripciones terribles a las pinturas más voluptuosas, y de estas pinturas a la más sabia moral. Lo que hay en él de más extraordinario, es el saber interesar vivamente por sus héroes, y heroínas, no obstante que componen un número prodigioso en su poema. En él se encuentran casi otros tantos acontecimientos que conmueven, cuantas son las aventuras grotescas. Su lector se acostumbra tan bien a esta variedad que pasa del uno al otro sin quedarse absorto. Su poesía es finalmente una pintura viva de la naturaleza con todas las gracias de esta. Echósele en cara no obstante que había oscurecido esas bellezas por falta de arte y verosimilitud. Los poetas de su tiempo sacaban sus ficciones de los libros de caballería y de los romances, resultando de aquí aquellos episodios tan ajenos del argumento, aquellas fábulas, y aquel excesivo maravillosos que incomoda y causa tedio. Y aunque tambien se dijo de Ariosto, y con algún fundamento, que hablaba bien e inventaba mal, los buenos talentos de la Italia estaban dudosos todavía sobre cuál de los dos poetas debe ser preferido; si el Ariosto o el Tasso.

Algunos han dicho que el sepulcro del Orlando estaba en la Jerusalen libertada. Otros han querido encontrar en el poema del Tasso imitaciones del de Ariosto. La Armida, dicen estos, es casi semejante a Alcina; el viaje de los dos caballeros que van a desencantar a Reinaldo, parece imitación del viaje de Astolfo; pero es preciso confesar que tales semejanzas estan harto lejanas. Parece no obstante que estos dos poetas no deben ser puestos en paralelo, y digan de esto lo que quieran muchos italianos, la Europa, como dice un célebre crítico, no comparará al Ariosto con el Tasso, sino cuando se ponga la Eneida al nivell de D. Quijote, y el Callota al del Correggio.

Se cuenta que el cardenal de Est, a quien Ariosto dedicó su poema, le dijo riendo: Sr. Luís, ¿de dónde diablos ha sacado V. tantos disparates? Efectivamente tienen muchos, al mismo tiempo que los lectores circunspectos encontrarán algunos pasajes en que no serán inútiles las precauciones, si quieren mantener ilesa y salva su virtud. La-Fontaine ha sacado de ellas una parte de sus cuentos, y Voltaire algunas de sus ficciones en un poema obsceno que esta muy lejos de llegar a interesar como el Orlando. Es una gran ventaja de la lengua italiana, o digamos más bien un mérito raro en el Tasso y el Ariosto, que poemas tan largos y en octavas rimas no fatiguen al oído, y que el poeta no parezca casi nunca en tortura.

Los franceses tienen en su lengua varias traducciones del poema del Orlando; pero en ninguna de ellas se encuentra aquel fuego, ni aquella viveza y jovialidad que se admiran en el original. El señor Rolli publicó en Londres en 1716 una hermosa edición de todas las obras del Ariosto en 8, pero la más magnífica de todas las ediciones y la más digna de adornar un gabinete de lectura de un hombre de gusto, es sin contradicción la publicada en 1772 en cuatro tomos en 4, por Molini, librero italiano. Esta impresión que salió de las célebres prensas de Baskerville, es tan distinguida por la belleza de las láminas con que está adornada, como por la parte tipográfica.

Fuente: DICCIONARIO HISTÓRICO O BIOGRAFÍA UNIVERSAL. Imprenta de N. Oliva y Sobrino (1830)

Sugerencia: ver también la biografía de Ludovico Ariosto en TRECANNI.IT (en italiano). En Google Books puede encontrarse el Orlando Furioso de Ariosto en la versión de los editores Gaspar y Roig de 1851. Sin embargo, en cuanto a las ediciones disponibles, la más recomendable es la traducción de José María Micó, Madrid, Espasa ~ Biblioteca de Literatura Universal, 2005. Nueva edición: Madrid, Espasa, 2010. Dicha traducción ha obtenido los siguientes reconocimientos:

PREMIO INTERNAZIONALE DIEGO VALERI (Monselice, Italia, 2005).
PREMIO NACIONAL A LA MEJOR TRADUCCIÓN (España, 2006).
PREMIO NAZIONALE PER LA TRADUZIONE (Italia, 2007).

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