La empresa, además de núcleo de la actividad económica, es centro de vida. Es un recinto social en el que se desenvuelve, y en nuestros días de manera predominante, la vida humana. Ocupa un lugar destacado en la vida de la sociedad y desempeña un papel de primer orden en la configuración de la existencia de los seres humanos. Es un dato sociológico sumamente significativo que en ella se desarrolla la mayor parte del vivir cotidiano de muchos seres humanos. Si exceptuamos las horas de sueño, la mayoría de la población pasa casi el 90 % de su jornada dentro de alguna empresa.
Pocas cosas tienen un impacto tan acusado en nuestras vidas como la actividad empresarial. Muchas de las vivencias que tejen nuestro diario vivir están relacionadas con la vida de la empresa, con sus problemas y sus sinsabores, con sus alegrías y sus ilusiones, con sus retos y las oportunidades que ofrece. En la empresa se establecen relaciones y contactos, se anudan amistades, se revelan aspectos insospechados del ser humano, se despliegan capacidades y cualidades valiosas. En la empresa conocemos a personas que de otro modo nunca habríamos conocido y que pueden llegar a tener una influencia decisiva en nuestra vida más íntima y personal. Más de uno (y de una) ha encontrado su media naranja en la empresa en la que trabaja o ha trabajado (es, sin ir más lejos, mi caso, y conozco otros muchos semejantes). En la actividad empresarial muchos hemos aprendido a vivir y a convivir. Dentro de una empresa están siempre formándose seres humanos, hombres y mujeres,.... o deformándose, deviniendo así en seres inhumanos.
Hay que tener en cuenta asimismo que lo que la empresa sea y cómo funcione, su modo de organizarse y de trabajar, su filosofía y su estilo, se reflejará en la vida de la sociedad dentro de la cual se inserta, tendrá una repercusión inmediata y directa en el ambiente social de una comunidad nacional. De la misma forma que se refleja en la empresa la manera de funcionar la sociedad a la cual sirve y dentro de la cual funciona. Cada sociedad tiene el tipo de empresa que merece, pero no es menos cierto que las empresas tendrán el tipo de sociedad que merezcan.
De todo esto se deduce la enorme importancia que tiene el crear en la empresa un ambiente humano, sano y cálido, favorable al desarrollo integral de la persona. Un clima, en suma, en el cual disminuyan el sufrimiento y el malestar de los seres humanos, al tiempo que aumentan su satisfacción y su bienestar. Los empresarios han de contribuir a hacer posible la felicidad no sólo de cuantos trabajan en esa comunidad económica que es la empresa, sino también de todos aquellos que con ella colaboran o se benefician de sus productos y servicios. Es tarea urgente en nuestros días renovar con sentido humano la vida empresarial. Humanizar la empresa, humanizar sus estructuras y su atmósfera, humanizar sus relaciones internas y externas constituye un imperativo capital en estos momentos de grave crisis por los que atravesamos.
La empresa puede ser un foco de humanidad, funcionando como una auténtica comunidad, haciendo posible una buena y fructífera convivencia, o, por el contrario, constituir un foco de inhumanidad, presentándose entonces más bien como un campo de concentración o un recinto en el que se hallan recluidos los condenados a trabajos forzados; esto es, como un lugar en el que los individuos se dejan la piel sin demasiado provecho y con indecibles padecimientos, como tantas veces comprobamos por desgracia.
La estrecha conexión entre empresa y vida humana nos lleva a postular la necesidad de introducir una visión humanista en el mundo empresarial. No sería exagerado decir que el humanismo ha de ser el alma de la empresa para que ésta pueda cumplir su función social y funcionar de manera adecuada, contribuyendo así al bien común y a la realización de los seres humanos que en ella trabajan o con ella se relacionan.
Por Antonio Medrano
Por Antonio Medrano
1 comentario:
Las personas, más que un recurso, somos la esencia de la empresa. Los trabajadores somos personas que requerimos, además de un salario, satisfacer unas necesidades de reconocimiento y de desarrollo profesional y personal.
Debemos ser consecuentes en nuestra vida y aplicar nuestros principios en el ámbito profesional de nuestra empresa
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