miércoles, 30 de agosto de 2017

DE RESPONSABILIDAD, CÓDIGOS ÉTICOS Y VEHÍCULOS AUTÓNOMOS

"Es un hecho que el ejercicio de la libertad de escoger conlleva la posibilidad de equivocarse, la posibilidad de una elección poco razonable o insensata. La falla no está en el intercambio, sino en la imperfección de la naturaleza humana. Y el remedio hemos de buscarlo en la responsabilidad, es decir en la libertad, que es la fuente de toda experiencia". Frédéric Bastiat


Parece que los vehículos autónomos serán una realidad en nuestras ciudades y carreteras antes que después. Independientemente de que ello conlleve algunas notables ventajas, creo que la alternativa plantea dudas importantes, sobre todo en lo que se refiere a las consideraciones éticas implícitas y a aquellas relacionadas con la libertad y la privacidad de las personas. Por otro lado confieso que me gusta conducir y seguramente ello también contribuye a mis reticencias, pero sobre todo no tengo claro que sea algo positivo la tendencia a ir dejando en manos de los ordenadores todas aquellas actividades cotidianas que implican responsabilidad y toma de decisiones, incluso aunque pudiera llegar a disminuirse el número de accidentes, lo cuál todavía esta por ver.

El Ser Humano necesita aprender a tomar decisiones y a ser responsable y como todo aprendizaje, éste requiere de la práctica e incluso que en algún caso podamos cometer algún error, pues de ellos a veces se obtienen las mejores y mayores lecciones. Si las máquinas terminan por asumir la mayoría de aquellas actividades cotidianas que necesariamente implican elección y responsabilidad, las personas estarán perdiendo una importante oportunidad de aprender a comportarse de forma responsable en la Vida. Junto a ello dejaremos de ejercitar otras importantes virtudes como la prudencia, el autocontrol, la paciencia, el respeto y prestar atención a lo que hacemos, que son los que a su vez dan como resultado la consideración hacia todas aquellas otras personas que nos rodean y comparten calles y carreteras con nosotros. 

martes, 14 de marzo de 2017

DEBERÍAMOS DESPERTAR

"Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil". Goethe

La mayor alarma social no la provoca quienes incumplen la ley, sino la pasividad de la justicia y la falta de verdadera voluntad política ante los casos más graves. Las condenas para quienes llevan años tratando de destruir España, promoviendo el odio y la división entre las personas y empleando para ello ingentes cantidades de dinero público, podrán ser conformes a derecho, pero resultan a todas luces injustas y su cercanía a la impunidad las convierte en moralmente indecentes, especialmente por la gravedad de los delitos juzgados.

De ahí la sonrisa de los sentenciados, cuya escueta inhabilitación les permitirá incluso utilizar el supuesto castigo a su favor, pasando antes por víctimas que por delincuentes, que es lo que realmente son.

La falta de equidad frente a las penas impuestas a los ciudadanos anónimos por delitos de menor alcance y en absoluto comparables por su trascendencia económica, política o social, es tan evidente, que ello acaba por dinamitar los pilares que hacen posible cualquier modelo social.

Es en ese fango de valores y principios pisoteados, en donde se revuelcan quienes promueven el populismo de diferente signo, cuyo último objetivo no es hacer justicia, devolver la dignidad al conjunto de la sociedad o restaurar los valores degradados, sino aprovechar el desconcierto para conquistar el poder, imponer ideologías y, sobre todo, llenarse sin pudor los bolsillos, de forma similar a quienes les precedieron.

Ahora bien, sólo un necio puede creer que va a poder disfrutar de todo ello más allá de un breve lapso, pues la historia demuestra que las mareas populares surgidas del fango, también se llevan por delante a los insensatos que las provocan... y a los indolentes que se creen a salvo por estar agarrados a la rama de un árbol.

Deberíamos despertar.

Por Alberto de Zunzunegui

jueves, 9 de marzo de 2017

RECUPERAR EL SERVICIO MILITAR



Por Alberto de Zunzunegui