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jueves, 19 de junio de 2014

FELIPE VI: EL DISCURSO DEL REY











"Hoy, más que nunca, los ciudadanos demandan con toda la razón que los principios morales y éticos inspiren -y la ejemplaridad presida- nuestra vida pública. Y el Rey, a la cabeza del Estado, tiene que ser no sólo un referente sino también un servidor de esa justa y legítima exigencia de todos los ciudadanos".  Felipe de Borbón


Reconozco que hoy me he emocionado escuchando un gran discurso, propio de un Rey, de un verdadero Rey.

En medio del sectarismo que trata de dividir a los españoles, del sonido bronco de egoísmos e intereses particulares antepuestos al bien común, la mediocridad imperante en la clase política y el papanatismo que anega a una buena parte de nuestra sociedad, destaca un mensaje cargado de compromiso, responsabilidad y sentido del deber.

Un mensaje pronunciado desde la emotividad y la convicción, en donde la promesa no se centra en palabras vacías o alardes de imaginación con vocación electoralista, sino en la firme voluntad de llegar a hacerse merecedor de la confianza de los españoles y poder desempeñar la Jefatura del Estado con honor y dignidad.

Muchos de quienes defienden la república como modelo de estado deberían empezar por emitir mensajes en positivo, integradores, alejados de la lucha de clases y con la mirada puesta en el futuro y no con el odio alimentado por el pasado. Discursos como el que hemos podido escuchar hoy no sólo alientan a la esperanza ante el nuevo reinado y engrandecen el modelo de monarquía parlamentaria, sino que envilecen todavía más la habitual exhibición de exabruptos, guillotinas, hoces, martillos, estrellas o banderas republicanas, todos ellos símbolos directamente relacionados con la falta de democracia, la confrontación social, la privación de libertades y los atentados contra los derechos humanos más elementales, perpetrados por algunos de los regímenes más sangrientos que ha conocido la humanidad.

Por encima de errores cometidos por la monarquía en el pasado, convicciones políticas y preferencias de modelos de estado, e incluso de la testaruda realidad que marcan los últimos 40 años de nuestra historia, en donde la libertad y la prosperidad han sido protagonistas, hoy he podido escuchar un mensaje inspirado en el bien común, cargado de sensibilidad y en el que han cabido todos los españoles. Y mientras eso siga siendo así, difícilmente podré dejar de decir

¡VIVA ESPAÑA!
¡VIVA EL REY!

Por Alberto de Zunzunegui

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MENSAJE DE SU MAJESTAD EL REY EN SU PROCLAMACIÓN ANTE LAS CORTES GENERALES
Madrid, 19 de junio de 2014

Comparezco hoy ante Las Cortes Generales para pronunciar el juramento previsto en nuestra Constitución y ser proclamado Rey de España. Cumplido ese deber constitucional, quiero expresar el reconocimiento y el respeto de la Corona a estas Cámaras, depositarias de la soberanía nacional. Y permítanme que me dirija a sus señorías y desde aquí, en un día como hoy, al conjunto de los españoles.

Inicio mi reinado con una profunda emoción por el honor que supone asumir la Corona, consciente de la responsabilidad que comporta y con la mayor esperanza en el futuro de España.

Una nación forjada a lo largo de siglos de Historia por el trabajo compartido de millones de personas de todos los lugares de nuestro territorio y sin cuya participación no puede entenderse el curso de la Humanidad.

Una gran nación, Señorías, en la que creo, a la que quiero y a la que admiro; y a cuyo destino me he sentido unido toda mi vida, como Príncipe Heredero y -hoy ya- como Rey de España.