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miércoles, 13 de enero de 2016

ATRAPA LA SILLA

"El mando debe ser un anexo de la ejemplaridad".
José Ortega y Gasset 

La silla... Máxima aspiración de la mediocridad política; fin que para algunos impresentables justifica todos los medios; trono del que jamás será rey; atalaya del ego; cumbre del narcisismo; reposo del raposo; montura del matón; solio del indeseable; albarda del bastardo... 

Todo por la silla; nada sin la silla; nadie sin la silla; ¡viva la poltrona! Sólo la silla es y nadie es sin la silla: refugio de buenos para nada, vocingleros, correveidiles, palafreneros y mamporreros.

La silla, el escaño... el butacón del Palau y el de La Moncloa, que en este mes de enero todos persiguen como si les diera la vida en ello, en las rebajas de quien se arrastra sin poder caer más bajo: para algunos, el infierno de Dante queda ya muy arriba. La ética también está de saldo.

martes, 20 de octubre de 2015

LA VALENTÍA EN EL EJERCICIO DEL LIDERAZGO

“El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.” Victor Hugo





De entre todas las cualidades que puede poseer un líder, la valentía ocupa sin duda un lugar destacado: es la virtud que permite hacer efectivas todas las demás virtudes. Su importancia viene avalada por su carácter universal y atemporal, ya que prácticamente en todas las culturas y civilizaciones importantes y particularmente en algunas de las que mayor desarrollo llegaron a alcanzar, la valentía siempre ha ocupado un lugar destacado, constituyendo un atributo esencial y casi inseparable del liderazgo.

Así, el concepto de excelencia –la areté- de los griegos, ya incluía la valentía asociada a la idea de fortaleza (andreia), junto a la moderación o templanza (sofrosine) y la justicia (dicaiosine), como una de las tres virtudes esenciales que todo buen ciudadano debía cultivar y a las que posteriormente Platón añadiría la prudencia, constituyendo las Virtudes Cardinales.

Del concepto de areté derivaría posteriormente la virtus romana, asociada a la idea de coraje, que sería considerada una de las virtudes públicas más importantes.

viernes, 28 de febrero de 2014

IV FORO “LIDERAZGO EMPRESARIAL Y HUMANISMO”

IV FORO “LIDERAZGO EMPRESARIAL Y HUMANISMO”
Madrid, 21 de marzo de 2014


El próximo día 21 de marzo tendrá lugar el IV FORO DE LIDERAZGO EMPRESARIAL Y HUMANISMO. En el encuentro se darán cita nuevamente algunas de las más importantes personalidades de la Sociedad Civil en España y del ámbito empresarial, intelectual y académico, para debatir sobre la necesidad de humanizar la gestión de las empresas y nuestra sociedad en general.

Siguiendo la política de la última edición y al objeto de facilitar el acceso al foro del mayor número de personas posible, el encuentro tendrá lugar en Madrid, en este caso en la CASA MUSEO FUENTE DEL REY, de la Fundación AMYC (C/. Fuente del Rey, 11 28023 ARAVACA).

domingo, 19 de mayo de 2013

MOHANDAS KARAMCHAND GANDHI

"En la actualidad la gente sólo se preocupa por sus derechos. Recordarle que también tiene deberes y responsabilidades es un acto de valor que no corresponde exclusivamente a los políticos". 
Mahatma Gandhi

MOHANDAS KARAMCHAND GANDHI (1869-1948)

El rechazo del sistema de educación colonial, que la administración británica había establecido a comienzos del siglo XIX en la India, fue una importante característica del fermento intelectual creado por la lucha de liberación. Muchas personalidades indias, entre las que se contaban dirigentes políticos, reformadores sociales y literatos, dieron expresión a ese rechazo. Pero nadie rechazó la educación colonial de modo tan radical y absoluto como Gandhi, ni nadie propuso una alternativa tan extrema como la suya. La crítica de la educación colonial por parte de Gandhi se inserta en su crítica global de la civilización occidental. La colonización, incluido su programa educativo, era para Gandhi la negación de la verdad y de la no violencia, los dos valores para él supremos. El hecho de que los hombres de Occidente hubieran derrochado “toda su energía, su industria y su ingenio en saquear y destruir a otras razas” era prueba suficiente para Gandhi de que la civilización occidental era “un caos lamentable” (2). Por consiguiente, para él no era posible que esa civilización fuera un símbolo del “progreso”, ni nada digno de imitación y transplante en la India.

Sería erróneo interpretar la reacción de Gandhi a la educación colonial como un sentimiento de xenofobia. Igualmente erróneo sería verla como un síntoma de un sutil dogma “revivalista”. Si fuera posible leer el plan de “educación básica” de Gandhi como un texto anónimo de la historia de la educación en el mundo, habría que clasificarlo en la tradición de los humanistas progresistas de Occidente como Pestalozzi, Owen, Tolstoy y Dewey. Ello no nos permite considerarlo en el contexto de la dicotomía civilizadora de Oriente-Occidente de que Gandhi habló en algunos de sus escritos. Y sin embargo, subsiste el hecho de que Gandhi quería que la educación, reinterpretada con arreglo a los criterios que estimaba correctos, ayudase a la India a apartarse del concepto occidental del progreso, hacia una forma distinta de desarrollo a su juicio más adecuada a sus necesidades y más viable -para todo el mundo- que el modelo occidental de desarrollo.

domingo, 12 de mayo de 2013

EL LIDERAZGO: ¿CÓMO SER UN BUEN LÍDER?

"Allí donde el mando es codiciado y disputado no puede haber buen gobierno ni reinará la concordia". Platón

Pocas épocas tan necesitadas de buenos líderes como esta en la que actualmente vivimos, agitada por una grave crisis y sacudida por acuciantes problemas de todo orden. Pero pocas también tan ayunas de liderazgo auténtico, tan escasas de dirigentes como Dios manda. No se puede decir precisamente que los buenos líderes, los auténticos dirigentes, abunden en nuestros días, aunque haya tantos que aspiren a ser tal cosa o pretendan ser jefes carismáticos. Poco propicios parecen los tiempos que corren para la figura ejemplar, noble, ética, heroica, del conductor de hombres.

Hoy día todo el mundo quiere ser jefe de algo, detentar alguna parcela de poder, liderar lo que sea, como sea y para lo que sea; sobre todo, claro está, para enriquecerse, presumir y sentirse importante, en una palabra, para satisfacer su ego. Hasta el último mono se cree un líder nato, facultado para asumir un cargo directivo, conducir masas, ponerse al frente de un partido político, dirigir grandes empresas o montar una revolución. Pocos son, sin embargo, los que se plantean en serio si reúnen las condiciones para desempeñar el duro y difícil oficio de líder, y menos aún los que están dispuestos a imponerse la disciplina requerida para la conquista de las cualidades exigidas para ello. Cualquiera se cree legitimado para dirigir, sin más requisitos que su apetencia y deseo de hacerlo. Todos quieren ser líderes, pero nadie está dispuesto a hacer el esfuerzo que la función de liderazgo requiere.

Una constatación se impone con palmaria evidencia: las pretensiones al liderazgo proliferan justo en proporción inversa a las dotes para dirigir, a las virtudes que cualifican para el mando. Cuanto menos capacitado está uno para mandar o dirigir, con mayor vehemencia proclama su derecho a hacerlo; cuanto más indigno se muestra un individuo de ocupar un puesto dirigente, más se obstina en conseguirlo o en mantenerse en él. Es la ambición de poder lo que motiva ese frenesí por mandar; pero, de hecho, y esta es otra constatación cotidiana, a medida que el afán de poder aumenta en alguien, disminuye su capacidad de liderazgo.

Pero, a todo esto, ¿qué se necesita para ser un buen líder?, ¿cuándo se puede decir que nos encontramos ante un liderazgo bien ejercido o ante un individuo que responde al modelo del líder nato, del dirigente perfecto?