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domingo, 26 de junio de 2011

CAMPO Y LIBERTAD

"No busquemos solemnes definiciones de la libertad. Ella es sólo esto: Responsabilidad". George Bernard Shaw

Supongo que realmente eso nunca ha sido así, o no del todo, pero hasta donde alcanza mi memoria, hubo un tiempo en que cuando uno paseaba por el campo –cazando, montando a caballo, en moto o simplemente andando- lo que se percibía era una reconfortante y manumisora sensación de libertad, que entraba a raudales por los cinco sentidos: el olor de los pinos, las jaras, tomillos o espliegos; el canto estridente y nervioso de las urracas, contrapuesto a la cadente y sosegada llamada del cuco en primavera; el vuelo alborotado de la perdiz roja o el majestuoso y sentenciador de un águila, la cálida luz de una puesta de sol o el brillo de un frío amanecer invernal; el sabor dulzón de un tallo de junco, o el amargo y persistente de una bellota; la sensación única de caminar por la nieve en el silencio de un bosque, o la de la hierba de una pradera rozando nuestra espalda. Todo invitaba a sentirse en comunión con el mundo, con la naturaleza, con la vida, mientras se podía llegar a sentir, al menos por un instante, esa energía invisible que todo lo abarca y de la cuál formamos parte.

miércoles, 8 de junio de 2011

LA PRIMAVERA EN EXTREMADURA

Decía Luis Chamizo, el poeta más representativo de la expresión del deje que tiene el habla extremeño, que “los campos de la patria chica y la madre de los hijos son lo mesmo (lo mismo). Y es que, la tierra que nos vio nacer, el solar querido donde la apacible virtud meció de niños nuestra cuna, ese es uno de los vínculos más fuertes y que mayores sentimientos nos despierta a las personas, junto con el del cariño de la propia familia. Por eso a buena parte de los humanos nos sucede luego que hay varias cosas que nadie nos las puede tocar, que son nuestra tierra, nuestra familia y nuestra honra. La propia tierra, porque fue la primera que nos dio cobijo, también en la que dimos nuestros primeros pasos, la que desde la niñez nos fue dando configuración y arraigo a través del entorno, de la familia, de los amigos de la infancia y de las demás personas que nos han rodeado en esa corta edad en la que tanto se graban las cosas. Así es como nos nacieron las primeras sensaciones, las costumbres, las tradiciones, el apego hacia el lugar,  la forma de ser, de sentir y de pensar. Esa fue la razón de que otro gran poeta muy amante de su tierra y de la naturaleza, pero esta vez andaluz, Antonio Machado, también nos dejara dicho aquello que: “No hay persona bien nacida que no ame a su pueblo”. Y es por ello, que hoy voy a referirme a algunos de los muchos encantos que tiene siempre Extremadura, pero más todavía en la primavera.