sábado, 12 de febrero de 2011

SUPERARSE: UNA EXIGENCIA HUMANA

Frithjof Schuon, verdadera eminencia en cuestiones de tan alta relevancia como la espiritualidad y la ciencia comparada de las religiones, uno de los más autorizados representantes de la Filosofía Perenne o Sabiduría Universal en el siglo XX, nos brinda una reflexión que deberíamos tener muy en cuenta a la hora de orientar y proyectar nuestra vida.

“El hombre no es enteramente él mismo más que superándose” (l’homme n’est entièrement lui-même qu’en se dépassant), afirma Schuon, quien explica que, por su naturaleza espiritual, el hombre está predestinado -o condenado, si se quiere- a superarse, a trascenderse, a elevarse por encima de sí mismo. De forma sumamente paradójica, añade Schuon, “únicamente superándose es como el hombre se sitúa en su propio nivel”; pues, de forma no menos paradójica, “rechazando el superarse se sitúa por debajo del animal”. En este sentido, no cabe la menor duda, de que “el animal noble es superior al hombre vil”.

En la misma línea se expresa el filósofo español José Luis Aranguren. En un breve escrito sobre el Humanismo, y recogiendo una idea expuesta por Karl Jaspers, Aranguren escribe: “un análisis filosófico preciso descubre pronto que ser hombre es sobrepasarse sin cesar”. Por eso, frente al humanismo inmanentista o ateo, como el de Sartre o el del marxismo, “hay que afirmar el dépassement perpétuel de l’hommeant”. Y este dépassement, esta superación o este ir más allá, debe entenderse en un doble sentido: 1) “que sus posibilidades están siempre abiertas”, y 2) “que su posibilidad suprema consiste en desembocar en la Trascendencia”. Aranguren termina diciendo: “El análisis del hombre remite a un fundamento y una culminación que están más allá de él. En el hombre hay más que el hombre”.

Por Antonio Medrano

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