viernes, 29 de marzo de 2013

¡VOCABOR FRANCISCUS!

Había pasado más de una hora lluviosa desde que el humo blanco anunciara la buena nueva. La Plaza de San Pedro era un hervidero de paraguas multicolores bajo los que aguardaban los rostros esperanzados de cientos de seres humanos que alzaban los ojos, impacientes por ver abrirse las puertas del balcón por el que haría su aparición el nuevo Obispo de Roma y Guía espiritual de la Iglesia Católica.

Curiosamente todos los rostros parecían contentos a pesar de desconocer quién iba a calzar, a partir de ahora, las sandalias del Pescador. En verdad pensé, ésta no es una elección al uso. La mayoría de los presentes habría sido bautizada, pero muchos de ellos a duras penas cumplirían con los Mandamientos de la Iglesia. Escasamente un puñado de los presentes conseguiría algún beneficio material fuera quien fuese el elegido; nadie de entre ellos habría podido votar a su candidato favorito; ninguno era conocedor de su programa de actuaciones; no habían visto su rostro repetido hasta la saciedad en los medios de comunicación ni habían escuchado sus promesas, y ni tan siquiera conocían a sus adversarios, si es que los tenía; no contaban por tanto con el menor dato orientativo que justificara su permanencia allí en medio de aquel gentío en esa tarde de perros, ni mucho menos era fácil de entender que todos ellos compartieran esa sensación de paz interior, de alegría compartida, de ilusión colegiada que se mascaba… pero allí estaban.

sábado, 23 de marzo de 2013

TUNEZ: ESTADO DE EMERGENCIA

Se ha abierto una brecha profunda entre el movimiento islamista de Ennahda, capitaneado por Rachid al-Gannouchi, y las tendencias liberales después del asesinato del abogado y dirigente del “Partido de los Patriotas Demócratas Unidos” (PPDU), Mohamed Chokri Belaid de 49 años de edad. Le dispararon a bocajarro mientras salía de su casa. Un crimen horrendo y aterrador, que ha sembrado de incertidumbre, dudas y miedo el futuro político del país. Su muerte violenta a manos de pistoleros atemorizó a la población, que quiso mostrar su apoyo popular a las ideas liberales de Chokri Belaid. Fue un sepelio multitudinario con la presencia del primer ministro Hamadi Jbali. Rompiendo con la tradición musulmana muchas mujeres acudieron a dar el último ila lilqa’ (“Hasta que nos encontremos”) en la Casa de la Cultura del barrio Djebel Jelloud en el sur de la capital. De allí salió la procesión de al menos 50.000 personas hasta el cementerio de al-Jellez. Se oyeron gritos de rabia y gemidos de ira contra el terrorismo, los islamistas y los opositores de la revolución. “Ghannouchi traidor”, “Ghannouchi coge tus perros y márchate”, “Pan y agua, no a Ennahda”, “El pueblo quiere una nueva revolución”, “El pueblo quiere la caída del régimen”, eran algunos de las expresiones de cólera que hacían de eco en la procesión multitudinaria que conducía el féretro al cementerio.

viernes, 15 de marzo de 2013

LORCA EN EL RECUERDO

Han pasado casi dos años desde aquél once de mayo en el que la tierra tembló y volvió a temblar bajo los pies de los lorquinos; desde que nueve de sus vecinos perdieran la vida; desde que las gentes, con el terror en la mirada, deambularan con sus maletas por las calles durante el día y durmieran en sus vehículos, o en el refugio habilitado para ello, por temor de que sus casas se vinieran abajo; desde que los niños dejaran de tener escuela; desde que las estructuras mostraran serios daños; desde que la preciosa botica del palacio de Guevara oyera, a más de su famoso fantasma de medianoche, el temido vaivén de sus preciosos tarros en peligro de muerte; desde que el perfil de uno de los cascos históricos señeros del barroco español, viera borrarse de un plumazo todo un conjunto de nobles casas solariegas, reducidas a fachadas fantasmagóricas; desde que las puertas y ventanas de muchas de ellas solo permitieran el acceso a los escombros… a la nada.

En los primeros momentos había que salvar vidas antes que haciendas, había que restaurar el espíritu y la carne antes que la piedra y el patrimonio, por lo que sin pérdida de tiempo, más de cuatrocientos soldados entre la Unidad de Emergencias y el Ejército de tierra acudieron en socorro, trasladando heridos, habilitando alojamientos, acordonando edificios, cumpliendo, en fin, con su deber más allá de lo exigible, mientras que distintas ONGS restañaban los ánimos, secaban lágrimas y cuidaban de que los pequeños volvieran tímidamente a sonreír. Más tarde comenzó la recuperación de esta ciudad hermosa por sus cuatro costados, que presentaba, por vez primera desde los bombardeos de la contienda fratricida del 36, una imagen dañada, agrietada y herida hasta donde la vista alcanzaba.

lunes, 11 de marzo de 2013

TODAVÍA EXISTEN SOFISTAS

Herodes Atticus (101 - 177 d.C.)
El sofismo, dice que ninguna actuación puede ser considerada "buena ni "mala" en sí misma. Que todo depende de la "opinión" (dóxa) de los sujetos. Es moralmente bueno lo que a ellos les parece moralmente bueno, mas sólo durante el tiempo en que se lo parece. Y no existe –dicen- ninguna conducta que pueda ser considerada en sí mima censurable. Los primeros que ejercieron la profesión de sofistas, se limitaban a las letras y las ciencias humanas, pero dejaron al margen la religión. Se abstuvieron de disputar sobre cosas en que cualquier decisión pudiera conmover a la gente común del pueblo.                                                                

La palabra sophistes significaba maestro en sabiduría. Y como tales se presentaban, simulaban saber, de todo: astronomía, geometría, aritmética, música, pintura… Pero no buscaban la verdad, sino mostrar su apariencia de saber porque esta apariencia, les revestía de cierta autoridad. Enseñaban el “areté” para quedar a la altura de las circunstancias políticas de su época. La palabra areté, traducida generalmente como virtud, no tenía entonces las connotaciones morales que la virtud tiene ahora. “Areté” era "lo que es propio de". Y eso era el dominio de las palabras para ser capaces de persuadir a otros. De "Poder convertir en fuertes los argumentos más débiles", diría Protágoras que decía también que con las palabras se puede “tanto envenenar como embelesar”.