sábado, 23 de marzo de 2013

TUNEZ: ESTADO DE EMERGENCIA

Se ha abierto una brecha profunda entre el movimiento islamista de Ennahda, capitaneado por Rachid al-Gannouchi, y las tendencias liberales después del asesinato del abogado y dirigente del “Partido de los Patriotas Demócratas Unidos” (PPDU), Mohamed Chokri Belaid de 49 años de edad. Le dispararon a bocajarro mientras salía de su casa. Un crimen horrendo y aterrador, que ha sembrado de incertidumbre, dudas y miedo el futuro político del país. Su muerte violenta a manos de pistoleros atemorizó a la población, que quiso mostrar su apoyo popular a las ideas liberales de Chokri Belaid. Fue un sepelio multitudinario con la presencia del primer ministro Hamadi Jbali. Rompiendo con la tradición musulmana muchas mujeres acudieron a dar el último ila lilqa’ (“Hasta que nos encontremos”) en la Casa de la Cultura del barrio Djebel Jelloud en el sur de la capital. De allí salió la procesión de al menos 50.000 personas hasta el cementerio de al-Jellez. Se oyeron gritos de rabia y gemidos de ira contra el terrorismo, los islamistas y los opositores de la revolución. “Ghannouchi traidor”, “Ghannouchi coge tus perros y márchate”, “Pan y agua, no a Ennahda”, “El pueblo quiere una nueva revolución”, “El pueblo quiere la caída del régimen”, eran algunos de las expresiones de cólera que hacían de eco en la procesión multitudinaria que conducía el féretro al cementerio.

El secretario general del PPDU, Mohamed Jmour, ha dicho en la conferencia de prensa del 11 de marzo que se han puesto en contacto con la sede del Consejo de los Derechos Humanos en Ginebra para que la justicia internacional se encargue de las investigaciones del asesinato de Chokri Belaid. Además Jmour no ha tenido dificultades en afirmar que Ennahda tiene una red paralela en el Ministerio del Interior. El Ministerio de la Justicia ha llamado a declarar al diputado de Ennahda, Habib Ellouze, para preguntarle sobre el asesinato del líder liberal Chokri Belaid. Es el mismo diputado que declaró el día 10 de marzo 2013: “se puede defender la mutilación femenina como operación estética”. Palabras inaceptables y horrorosas, despectivas y atroces.

El diputado en cuestión no parece haberse enterado de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) condenó esa terrible, atroz y monstruosa práctica el 21 de diciembre 2012, “como una forma de violencia contra las niñas y las mujeres”. Además, apelaron a todos los estados miembros de la Organización a aplicar la legislación oportuna y prohibir por ley las mutilaciones genitales femeninas. Quizás el Sr. Ellouze se haya olvidado de que Túnez es miembro de las ONU desde el 12 de noviembre 1956. Por lo tanto no se puede rechazar y pisotear la legislación internacional cuando está en juego la dignidad sacrosanta e inviolable de las mujeres. La mutilación genital femenina no es ni más ni menos que un acto cruel de violencia contra las mujeres y por lo tanto es un crimen abominable.

El primer ministro, Hamadi Jebali, amigo de Chokri Belaid, hablaba ya de constituir un gobierno de tecnócratas para hacer frente a los retos del país: la economía, el paro, el empleo juvenil. Las luchas internas en el partido islamista Ennahda, que no estaba dispuesto a aceptar las ideas del primer ministro, le han obligado a presentar su dimisión por dos razones. La primera tenía que ver con su plan de constituir un gobierno capaz de gestionar, administrar y solucionar los problemas reales de la nación (economía y paro). El segundo motivo de la irrevocable dimisión de Hamadi Jbali fue que los barones islamistas rehusaron con puño de hierro su propuesta, considerándola un grave error y aludiendo que el gobierno tenía que ser de cuño islamista. El partido Ennahda no quiere dejar los ministerios de la Justicia y de Asuntos Exteriores como sugieren los partidos Congreso para la República y Ettakatol. En definitiva, con la renuncia del primer ministro, la suerte estaba echada ya que el líder islamista Rachid Ghannouchi tenía en su poder las riendas de los nombramientos y, sobre todo, la persona destinada a ocupar el puesto de jefe del ejecutivo. Los recalcitrantes defensores del islamismo radical no están dispuestos a dejar que se les aflojen las amarras del poder, ni que los partidos de corte liberal les quiten el sillón de mando en las instituciones del Estado.

El oleaje islamista ha comenzado a preocupar e inquietar a las instituciones europeas. El Presidente Moncef Marzouki viajó a Bruselas a comienzos de febrero para dirigirse al Paramento Europeo y hablar de la situación actual y del progreso de la revolución en Túnez. Desde entonces ha habido cambio de gobierno, los blindados de la policía nacional han aparecido en cruces, carreteras y caminos. Se alzan y desplazan las barreras para controlar a los grupos de bandidos, delincuentes y terroristas. La seguridad nacional llega al primer puesto de las prioridades del Estado. Se acerca a grandes pasos el periodo estivo y las autoridades no pueden permitir que el miedo a la seguridad ahuyente a los turistas y les disuada de pasar las vacaciones en el país de “La revolución de los jazmines”. El objetivo de la creciente presencia policial es controlar a los terroristas, contrabandistas y traficantes. De los escondites y guaridas de las zonas montañas (Bouchebka, Om Ali, Sidi Aich, Dirnaya Babbouch y Ben Aoun) han bajado a las zonas más urbanas para aprovisionarse. Los controles de policía se hacen más frecuentes, se estrecha el cerco y se aprieta más las clavijas de la seguridad en todo el territorio nacional. La organización terrorista al-Qaida había construido sus nidos y montado sus células desde las primeras luces de la revolución hace ahora más de dos años. Hay todavía abundancia de armas y munición, sobre todo procedentes de Libia, pero también del ámbito nacional. A pesar de que los efectivos policiales han incautado ingentes cantidades, siguen con el rastreo y las pesquisas a la búsqueda de nuevos escondrijos y madrigueras.

El día 22 de febrero fue nombrado primer ministro el antiguo ministro del Interior, Ali Layaredh, considerado miembro del ala dura de Ennahda. No han faltado las críticas acerbas a la forma como ha llevado la gestión de Interior, sobre todo viendo que los islamistas, con su mayoría parlamentaria, avanzan cada vez más en la ocupación estratégica de las instituciones. Para muchos analistas hay peligro de que se vuelva a las andadas cambiando una dictadura política por una de sello islamista. Los celosos e intransigentes partidarios del movimiento Ansar al-Shari‘a (“Los combatientes de la ley islámica”) presionan para que se imponga por la fuerza la ley islámica y se convierta en la espina dorsal del nuevo texto constitucional. Los 100 miembros de la Asamblea Nacional Constituyente no han redactado todavía la nueva constitución, que por ahora sigue siendo objeto de encendidos debates, acerbas polémicas y estiradas diatribas entre islamistas y liberales, salafistas y progresistas. 
El partido islamista al-Refah, que ha sido recientemente legalizado, ha hecho una llamada a la población para que haya un referéndum sobre la poligamia. El presidente de al-Refah, Mohamed Ali Fakir, quiere el referéndum en el nombre del matrimonio para todos. Dice, entre otras cosas, que en el país hay más mujeres que hombres. Por lo tanto la espinosa cuestión de la prohibición de la poligamia debe ser puesta a votación nacional. De esa manera todas las mujeres tendrán la posibilidad de casarse.

El nuevo primer ministro, Ali Larayedh presentó su lista de ministros al Presidente Moncef Marzouki el sábado 9 de marzo. A partir de ese momento el Jefe del Estado ha tenido tres días para ratificar los nombramientos, si así los considera oportunos. Los partidos políticos que han participado en el debate sobre el programa del gobierno han sido Ennahda, el Congrès pour la République y Ettakatol. No han querido participar, sin embargo, Le Mouvement Wafa, L’Alliance Démocratique y Dignité e Liberté.

En las redes sociales ya se están preparando de nuevo manifestaciones para “cambiar el curso de la revolución actual”. Llaman a la convocatoria “Kasba 4" que está prevista para el 8 de marzo. Hay diferentes “ligas de protección de la revolución”, de inspiración islamista. Algunas de las cuales dicen no necesitar aprobación legal para manifestarse. Entre ellas está la liga de Kram con su líder Imed Dghij, que afirma no tener necesidad de “un visado legal” para manifestarse en favor de la aplicación e imposición de la ley islámica.

Pero nunca se pierde el optimismo, ya que crecen las expectativas después del feroz asesinato de Chokri Belaid, considerado el último mártir de la revolución tunecina. Sus simpatizantes, admiradores y seguidores quieren continuar el combate por los derechos, las libertades y la democracia. La población tunecina, pionera en las revoluciones de los países árabes, no tiene intenciones de rendirse ante los retos islamistas y las escaramuzas terroristas. No en vano los habitantes de Túnez llaman a su equipo de fútbol L’Espérance, que ocupa el primer puesto en la Liga de Fútbol. Mientras tanto, hace unos días, el gobierno ha impuesto el estado de emergencia hasta el próximo mes de junio. Una señal preocupante de que la primavera revolucionaria llegará con mucho retraso.

Por Justo Lacunza Balda

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