jueves, 27 de diciembre de 2012

FRAY ANTONIO DE GUEVARA

"Digo y afirmo que es y será maldito de los dioses y aborrecido de los hombres el que sin más consideración quiere trocar la fama con la infamia, la justicia con la injusticia, la rectitud con la tiranía, la verdad por la mentira, lo cierto por lo dudoso, teniendo aborrecimiento de lo suyo propio y estando suspirando por lo que es ajeno". Antonio de Guevara (Relox de Príncipes)

I. Noticia Biográfica

Perteneció Fray Antonio (1) a la ilustre casa de Guevara, de abolengo vascongado tan distinguido que contó entre sus hijos a quienes, por elección de las hermandades de la Cofradía de Arriaga, fueron señores de Álava. Por el matrimonio, efectuado en el siglo XIV, de Don Beltrán de Guevara, Señor de Oñate, con Doña Mencía de Ayala, hija de Doña Elvira Álvarez de Ceballos y nieta de Diego Gutiérrez de Ceballos, adquirieron los Guevaras los estados y derechos de la casa de Ceballos, heredadísima en la Montaña.

Fue Fray Antonio hijo segundo de Don Beltrán de Guevara, Gobernador de los estados que poseía en la Montaña su hermano mayorazgo Don Ladrón de Guevara, Señor de Escalante y de Treceño, mayordomo de la Princesa Doña Juana y Capitán General de las Reales Galeras; y de Doña Elvira de Noroña Calderón, dama de la Reina Doña Isabel la Católica, y también de estirpe montañesa, de San Vicente de la Barquera.

Debió de nacer Fray Antonio en el año 1480: porque, escribiendo desde Valencia, el 12 de febrero de 1524, a Don Alonso Espinel, [440] Corregidor de Oviedo, dice: "De mi Señor os se dezir que he hecho recuento con mis años, y hallo por mis memoriales, que he los cuarenta y cuatro cumplidos". (2)

Respecto al lugar del nacimiento de Fray Antonio se ha discutido: en el siglo XIX por Don Martín de los Heros y Don Francisco Juan de Ayala; y en el actual por los señores Martínez Caso-López, San Pelayo, Lezama-Leguizamón, Huidobro, Quadra-Salcedo y González de Echávarri, teniéndole unos por montañés y otros por alavés. En 1914 dirimió la contienda la Real Academia de la Historia, aprobando un informe, suscrito por los Señores Barón de la Vega de Hoz y Marqués de Laurencín, que decía: "Entendemos, pues, que fue (Fray Antonio de Guevara) montañés de nacimiento y vasco de origen". (3)

Y, a la verdad, por mucha que sea la fuerza de las razones en que se apoyan los que tienen a Guevara por alavés de nacimiento, como el decir el epitafio de Fray Antonio que éste fue "patria alabensis", de poco valen ante la expresa manifestación del interesado, quien repetidas veces dice que es montañés, y que nació en las Asturias de Santillana. En la carta, fechada en Madrid el 12 de marzo de 1522, al Abad del monasterio de San Pedro de Cardeña, carta que es toda ella un elogio de la Montaña, escribe: "...doy a vuestra paternidad muchas gracias... por las cecinas que me embio, que como nasci en Asturias de Santillana, y no en el potro de Cordova, ninguna cosa embiarme pudiera a mi mas accepta, que aquella carne salada... Bien estoy con lo que dezia Diego Lopez de Haro, es a saber, que para ser uno buen hombre, avia de ser nacido en la montaña, y traspuesto en Castilla, mas pesame a mi mucho, que aquellos de mi tierra se les apega poco de la criança que tenemos y mucho de la malicia que usamos... A los que somos montañeses, no nos pueden negar los castellanos que quando España se perdio, no se ayan salvado en solas las montañas todos los hombres buenos, y que despues aca no ayan salido de allí todos los nobles" (4). Y en carta al Corregidor de Oviedo Don Alonso Espinel, fechada el 12 de febrero de 1524, tratando donosamente de los privilegios de los viejos, dice: "Es privilegio de viejos, [441] tener siempre cuenta con boticarios, llamar muchas vezes a los medicos, hablar con las viejas ensalmadoras, conoscer las propiedades de muchas yervas, saber como se sacan las aguas, poner al sol muchas redomas, y aun tener en la alazena botezicos de medicinas: verdad es que los viejos de mi tierra la montaña mas cuentas tienen con la taberna que con la botica" (5).

No consta con igual seguridad en qué pueblo de la Montaña nació Fray Antonio; pero, como lo más probable, se puede pensar que fue en la villa de Treceño, del Valle de Valdáliga, villa que pertenecía al mayorazgo de Guevara y en la cual el señor de esta estirpe tenía torre y casa fuerte. En carta fechada en Medina de Ríoseco el 20 de diciembre de 1521 y dirigida al inquieto Don Antonio de Acuña, Obispo de Zamora, escribe Guevara que de niño vivió en Treceño: "Acuerdome que que siendo yo muy niño en Treceño, lugar de nuestro mayorazgo de Guevara, vi a Don Ladrón mi tio, y a Don Beltran mi Padre, traer luto por vuestro Padre" (6). 

Del resto de gran parte de su vida da noticia el propio Fray Antonio en el prólogo, dirigido a Don Juan III de Portugal, con que encabeza el Libro llamado menosprecio de corte y alabanza de aldea: "A mi, serenissimo principe, me trujo don Beltran de Guevara mi padre, de doze años a la corte dIos reyes catholicos..., a do me crie, creci y bivi algunos tiempos... Ya que el principe don Juan murio, y la reina doña Ysabel fallescio, plugo a nuestro Señor sacarme de los vicios del mundo, y ponerme religioso franciscano: a do persevere nueve anos, en compañia de varones observantissimos... Estandome esto pues yo en mi monesterio... sacome de alli para su predicador y chronista el emperador don Carlos mi señor y amo, en la corte del qual he andado diez y ocho años sirviendole de lo que el queria, aunque no como yo devia. En estos tiempos passados vi la corte del emperador Maximiliano, la del Papa, la del rey de Francia, la del rey de Romanos, la del rey de Inglaterra, y vi las señorias de Venecia, de Genova y de Florencia, y vi los estados y casas de los principes, y potentados de Italia" (7).

Según dice Guevara en su testamento, otorgado en Valladolid a 7 de enero de 1544 ante el escribano Juan de Santesteban, tomó el hábito franciscano en el convento de Valladolid; y, según se desprende [442] de distintas cartas del propio Fray Antonio, en la Religión seráfica fue guardián de los conventos de Arévalo, Soria y Ávila, y custodio de la provincia de la Concepción.

En 1523 fue nombrado Fray Antonio miembro del Consejo de la Inquisición de Toledo. Pasó luego a Valencia como inquisidor y consejero de la virreina Doña Germana de Foix, viuda del Rey Don Fernando el Católico.

En 1527, Don Carlos V propuso a Fray Antonio para el Obispado de Guadix. En 1537 Guevara acompañó como cronista al Emperador, primero a la jornada de Túnez, y después a Italia. En 1539, Guevara fue trasladado a la sede episcopal de Mondoñedo; y en esta Ciudad falleció en la madrugada del viernes santo, 3 de abril de 1545, siendo enterrado en la capilla mayor de su catedral, y trasladado más tarde su cadáver, en 1556, al enterramiento familiar de la iglesia del convento de San Francisco de Valladolid; y aquí estuvieron sus huesos hasta que en 1837, el huracán revolucionario aventó las cenizas de Guevara al destruir esta morada franciscana.

Entre los hechos famosos de Fray Antonio de Guevara destaca sobremanera su intervención en la lucha de las comunidades de Castilla. Autorizado por carta de creencia, en abril de 1521, se avistó en Villabrájima con los caballeros de la junta de las comunidades, aconsejándoles, en nombre de los gobernadores y grandes del Reino, que platicaran con éstos sobre los agravios que juzgaban hechos al Reino, a fin de buscar remedio adecuado a los mismos, y ofreciéndoles el perdón en nombre del Rey y varias concesiones en los puntos que dieron motivo a las quejas de los comuneros; pero conminándoles, también, con la guerra y el castigo inmediato si estas exhortaciones a la paz y a la armonía no tenían buena acogida. Así aconteció, en efecto: Fray Antonio volvió sin lograr nada eficaz; sobrevino la lucha, y los comuneros fueron deshechos por los realistas en la jornada de Villalar. Fray Antonio reproduce entre sus Cartas familiares el Razonamiento que en Villabrájima dirigió a los caballeros de la junta de las comunidades de Castilla (8).

II. Nota bibliográfica

Los escritos de Guevara se pueden clasificar en obras ascéticas, morales y miscelánea. Todas ellas han alcanzado extraordinaria difusión, siendo muchas las traducidas a los principales idiomas cultos. [443]

Obras Ascéticas

Oratorio de religiosos y exercicio de virtuosos. Tratado que, según su colofón, se terminó de imprimir en Valladolid, por Juan de Villaquirán, el 1º de diciembre de 1542. En los cincuenta y cinco capítulos de este libro, desarrolla Guevara varios puntos concernientes, sobre todo, a la vida religiosa, como son los deberes y virtudes de un buen religioso, singularmente lo que atañe a la pobreza, obediencia y castidad. "Es obra -como dice su portada-, para que los religiosos la lean en los refictorios; y para que los virtuosos la traygan en las manos". Guevara demuestra mucha erudición eclesiástica en estos capítulos: las citas de la Biblia y de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia son muy numerosas en este tratado. Por esto, sin duda, el Escritor montañés dijo en la portada de su libro que éste "Es obra en que el auctor mas tiempo ha gastado, más libros ha el rebuelto, mas sudores ha passado, mas sueño ha perdido, y la que el en mas alto estilo ha compuesto" (9).

Libro llamado Monte Calvario. Dividióle Guevara en dos partes: la primera se terminó de imprimir por vez primera en Valladolid, por Juan de Villaquirán, el 13 de enero de 1545 (10); y la segunda se imprimió, ya muerto Fray Antonio, por Sebastián Martínez, criado del Autor, en Valladolid el 11 de enero de 1548. El contenido de esta obra le sintetiza Guevara diciendo, en la portada, que la primera parte trata de "todos los mysterios del monte Calvario, desde que Christo fue a su muerte condennado por Pilato, hasta que por Joseph y Nichodemos fue metido en el sepulchro"; y en la segunda parte, "de las siete palabras que Christo dixo en la cruz". Al frente de cada capítulo van unas palabras de la Sagrada Escritura adecuadas para sintetizar el contenido de aquél; y luego la declaración del asunto, sirviéndose Guevara para este fin de otros pasajes de la Biblia y principalmente de los Santos Padres y Doctores eclesiásticos, sin dejar de acudir, cuando la oportunidad lo depara, a los filósofos [444] clásicos (11). Toda esta parte expositiva de los últimos acontecimientos de la pasión de nuestro Señor va entrelazada con otra afectiva, que Guevara suele disponer en coloquios con Jesucristo, la Santísima Virgen, etc.

Obras Morales

El primero y el más famoso de los escritos que imprimió Guevara es, sin duda, el Libro llamado Relox de Príncipes en el qual va encorporado el muy fmoso libro de Marco Aurelio (Libro I / Libro II). Este libro "acabose (de imprimir) en la muy noble villa de Valladolid, por maestre Nicolas Tierri impressor de libros. A ocho dias de abril de mill y quinientos veinte y nueve anos". Fray Antonio dedicó esta obra al Emperador Don Carlos V.


Tiene una historia muy curiosa la impresión de este libro. La cuenta extensamente Guevara en el PróIogo general: "Yo comence a entender esta obra en el año de mill y quinientos y diez y ocho, ... luego el año de veinte y quatro: como el libro que tenia yo muy secreto estuviese dibulgado, estando su magestad malo de la quartana me le pidio para pasar el tiempo y aliviar su calentura. Yo servi a su magestad estonces con Marco Aurelio, el qual aun no le tenia acabado ni corregido, y supliquele humildemente que no pidia otra merced en pago de mi trabajo, sino que a ninguno diesse lugar que en su real camara trasladasse el libro, porque en tanto que yo iva adelante con la obra, y que no era mi fin de publicarla de la manera que estonces estava, si otra cosa fuesse su magestad seria muy deservido y yo muy perjudicado. Mis pecados que lo uvieron de d'hazer, el libro fue hurtado, y por manos muy de diversas personas traydo y trasladado, y como unos a otros hurtavan y por manos de pajes le escrevian; como cada dia cresian en el las faltas, y no avia mas d'uno original por do corregirlas: es verdad que me trugeron algunos a corregir que si supieran hablar ellos se quejaran mas de los que los escrivieron que no de los que le hurtaron. Añadiendo herror sobre herror, ya que yo andava al cabo de mi obra, y queria publicarla, remanesce Marco Aurelio impreso en Sevilla, y en este caso, yo pongo por [445] juez a los lectores entre mi y los impressores, para que vean si cabia en ley ni en justicia, un libro, que estava a la imperial magestad dedicado, era el auctor niño, estaba imperfecto, no venía corregido, que ossase ninguno imprimirlo, ni publicarlo. No parando en esto el negocio imprmiose otra vez en Portugal, y luego en los reynos de Aragon, y si fue viciosa la impresion primera, no por cierto lo fueron menos la segunda y la tercera; por manera que lo que se escrive para el bien comun de la republica, cada uno lo quiere aplicar en provecho de su casa. Otra cosa acontescio con Marco Aurelio, la qual he vergüença de la dezir, pero mas la abran de tener los que la osaron hazer, y es que algunos se hacian auctores de la obra toda, otros en sus escripturas enxerian parte della como por suya propia, lo qual paresce en un libro impresso do el auctor puso la platica del villano, y en otro libro tambien impreso puso otro la habla que hizo Marco Aurelio a Faustina, quando le pidio la llave. Pues estos ladrones han venido a mi noticia, bien pienso yo que se deve aver hurtado mas hazienda de mi casa" (12).

Salida en 1529 la edición auténtica del Marco Aurelio, su aparición constituyó, según dice Menéndez y Pelayo: "uno de los grandes acontecimientos literarios de aquella corte y de aquel siglo, tanto en España como en toda Europa. Fue tan leído como el Amadís de Gaula y la Celestina, y es cuanto puede encarecerse. Se multiplicaron sus ediciones en latín, en italiano, en francés, en inglés, en alemán, en holandés, en danés, en húngaro, en casi todas las lenguas vulgares de Europa, y todavía en el siglo XVIII hubo quien le tradujese al armenio. Tuvo panegiristas excelsos y encarnizados detractores. Fue la biblia y el oráculo de los cortesanos, y el escándalo de los eruditos. Hoy yace en el olvido más profundo. En realidad, ni una cosa ni otra merecía" (13).

La influencia que el Marco Aurelio ha ejercido en las literaturas europeas ha sido enorme. El episodio del villano del Danubio fue llevado al teatro clásico castellano, en la época de Don Carlos II, por Don Juan de la Hoz y Mata; y, según Menéndez y Pelayo (14), en Francia influyó este libro en Montaigne, Brantôme, Bouistan, Tesserant, Belleforest, Lafontaine y Balzac, y en Inglaterra en Lily, [446] Pettie, Sir Tomás Elyot, Jerónimo Painter, Roberto Lodge, Tomás Greene...

El Marco Aurelio está compuesto de modo que la narración de los acontecimientos de la historia del Emperador romano dé motivo para exponer cuál ha de ser la vida y norma de conducta de los príncipes. Lo primero constituye el libro de Marco Aurelio, y lo segundo el Relox de príncipes, libros que, aunque en realidad son distintos, fueron refundidos por el Autor, según éste expresa en el encabezamiento del tratado.

El libro de Marco Aurelio no es la verdadera historia de este Emperador: porque, aunque contiene muchos datos exactos y reales, tiene también muchísimo inventado por el Obispo de Mondoñedo. En el Prólogo general habla Guevara de las fuentes de que se sirvió; y dice: "fueron muchos los que escrivieron de los tiempos deste Marco Aurelio, es a saber Erdiano, escrivio poco; Entropio menos; Lampridio mucho menos; y Julio Capitolino algo mas. Es tambien de saber que los maestros que a Marco Aurelio enseñaron las sciencias fueron Junio Rustico, Cina Cathulo y Sexto Cheronense sobrino que fue del gran Plutharco. Estos tres fueron los que principalmente como testigos de vista escrivieron todo lo mas de su vida y doctrina" (15). Según Guevara, el libro de Marco Aurelio se le "tuxeron de Florencia" (16); y él, Fray Antonio, utilizando sus propios conocimientos del latín y los de sus amigos respecto al griego, le vertió al castellano, procurando "no traduzir palabra de palabra, sino sentencia de sentencia" (17). Cierto es que en el Marco Aurelio del Fraile franciscano hay mucho de lo que dijeron sobre este Emperador, Herodiano, Mampridio y Julio Capitolino; pero lo que Guevara afirma: que se sirvió de lo que sobre Marco Aurelio escribieron los tres maestros de éste, Junio Rústico, Cina Cathulo y Sexto Cheronense, que, como testigos de vista, narraron la historia del décimo séptimo Emperador romano, es una invención del Escritor montañés. Dichos historiadores no han existido jamás; y lo que, fundándose en ellos, agregó Guevara a la biografía de Marco Aurelio, en realidad lo sacó de su propia fantasía.

El fin que se propuso Fray Antonio, según él dice en el Prólogo general, fue ordenar el Marco Aurelio al Relox de príncipes: "no fue mi principal intento de traduzir a Marco Aurelio, sino hazer un Relox de [447] príncipes, por el qual se guiasse todo el pueblo cristiano" (18). Llámale así porque, como no es su aspiración "de dezir en este libro a los principes y grandes señores que tales son, sino amonestarles que tales deven ser" (19), ordena la república y concierta la vida, y así hace un reloj que "no es de arena, ni es de sol, ni es de horas, ni es de agua, sino es relox de vida: porque los otros reloxes sirven para saber que hora es de noche y que hora es de dia, mas este nos enseña como hemos de ocupar y como hemos de ordenar la vida" (20).

Para esto Guevara dividió su Relox de príncipes "en tres libros: en el primero se trata que el príncipe sea buen christiano; en el segundo como el principe se ha de aver con su muger y hijos; en el tercero como ha de gobernar su persona y republica" (21); y aún añade Fray Antonio que "comenzado tenia otro [libro] de como se avia de haver el príncipe con su corte y casa, sino que la sobrada importunidad de los amigos para que sacase esto a luz, me hizieron suspender la peñola" (22).

Si hemos de creer a Guevara, puso gran esmero en componer este libro: "yo confieso al redemptor del mundo, que he consumido y espendido tanto tiempo en buscar lo que avia de escrivir, que ha onze años que a penas ha passado dia en que mi peñola no escriviesse o corregiese en esta obra. Confieso que he tenido muy gran trabajo en escrivirlo: porque es la verdad como la verdad que cinco vezes a sido este libro escripto de mi mano propia, y otras tres de mano agena. Confieso que he leydo y buscado por diversas partes muchos y muy peregrinos libros, y esto para hallar buenas doctrinas y junto con esto he tenido gran aviso de buscar y aplicar al proposito las historias" (23); "todo lo que se escrivio, se escrivio muy sobre aviso, y fue esto hecho con tanta diligencia en que tan mirada y corregida era cada palabra y sentencia, como si de aquella sola dependiera toda la escriptura" (24).

El Marco Aurelio de Guevara no es, pues, un libro de historia, porque en muchas partes no dice la verdad, ni creo yo que se propuso Fray Antonio escribir una biografía exacta del Emperador romano, ni nadie que lea el volumen puede imaginar que éste sea obra histórica. Tampoco es propiamente lo que hoy llamamos una novela histórica: [448] porque, como advierte Menéndez y Pelayo: "aun siendo fabulosa la mayor parte de su contenido, carece de verdadera acción novelesca", "y la forma no es narrativa, sino completamente oratoria, tanto en los razonamientos como en las cartas" (25) y (26). Parece que el Marco Aurelio es una obra didáctica y moral, en la que, tomando como pretexto la historia de aquel Emperador, da Guevara un doctrinal de príncipes, es decir, expone cómo han de vivir y conducirse los monarcas para ser buenos y perfectos.

Impreso en Valladolid en el año 1539 por Juan de Villaquirán, salió a luz un tomo rotulado Las obras del ilustre señor don Antonio de Guevara Obispo de Mondoñedo, predicador, y chronista, y del consejo de su magestad (27). Contiene este volumen los cuatro tratados que a continuación expreso, todos ellos con foliación, índice, &c., independientes.

Una decada de Césares. Es a saber las vidas de diez emperadores romanos, que imperaron en los tiempos del buen Marco Aurelio. Dedicó Guevara esta obra al Emperador Don Carlos V en lo que Fray Antonio llama Solenne prologo y argumento. En él declara su intento y da noticia de la obra. La Decada contiene las vidas de los diez emperadores Trajano, Adriano, Antonino Pío, Cómodo, Pertinax, Juliano, Severo, Basiano, Heliogábalo y Alejandro.

El fin de Guevara al componer esta obra fue moralizar, esto es, convencer a los reyes de que fueran cual Fray Antonio entendía debían serlo: grandes, nobles, asequibles a todos, aunque sin perder la dignidad que les es propia; de recta intención, mirados y prudentes, conocedores de cuanto atañe al estado que gobiernan, justos en las mercedes, amorosos con todos con amor ordenado y regido por la razón. Como: "Para atraer a uno a que sea virtuoso, y haga obras virtuosas, mucho haze al caso dezirle discretas razones y dulces palabras; mas al fin, por mas credito que demos al que lo dize, mucho mas se da al que lo haze" (28), se propuso Guevara mostrar con ejemplos y hechos todo lo que el príncipe debía ser según lo que antes expuso con palabras y razonamientos el propio Fray Antonio.

Como en el Marco Aurelio, también en la Decada se presenta Guevara [449] modestamente cual traductor y compilador de lo que habían escrito sobre el asunto historiadores antiguos. El Obispo de Mondoñedo declara las fuentes de dónde sacó su obra con estas palabras: "Los escriptores y chronistas que destos diez príncipes escrivieron y de los que principalmente nos aprovechamos son Dion Griego, Plutarcho, Herodiano, Eutropio, Vulpicio, Sparciano, Julio Capitolino, Lampridio, Trebelio, Pindaro y Ignacio: los quales todos fueron graves en sus palabras y sin ningun escrupulo en sus escripturas" (29). Tomado esto como base de la Decada, dice Guevara que su labor consistió en "aclarar lo obscuro, concordar lo diverso, ordenar lo sin orden, adobar lo insipido, desechar lo superfluo, elegir lo bueno, y ponerlo todo en estilo" (30).

El trabajo que todo esto le costó dice el buen Fraile montañés que fue muy grande: "lo uno porque no lo traduxe de un autor solo, sino de muchos escriptores griegos y latinos; y lo otro pensando que avia de ser muy mirada (se refiere a su obra), quise que de mis manos saliesse muy corregida. Hame sido tambien muy penosa la composicion desta decada, el poco tiempo que tenia de ocuparme en ella" (31).

Con toda razón dice Guevara: "Deste libro y del de Marco Aurelio es el auctor uno, el estilo uno, y el intelecto uno" (32); porque la Decada tiene idénticos méritos y faltas que el Marco Aurelio, según echó en cara a nuestro Autor el Bachiller Pedro de Rhua, Catedrático de Humanidades, primero en Ávila y después en Soria, en la tercera de las cartas que le dirigió. Guevara inventó en esta obra cuanto le vino en ganas (33).

Libro llamado menosprecio de corte y alabanza de aldea, dirigido a Don Juan III de Portugal.

A mi juicio, los capítulos de este libro pueden dividirse en tres partes: una de generalidades no muy conexas y definidas (capítulos I al IV); otra indicando los privilegios o ventajas de la vida en la aldea y los males e inconvenientes de la vida en la corte (capítulos V al XVII); y otra final en la que el Autor lamenta haber vivido [450] en la corte por los daños que esto le ocasionó, y se despide para siempre del mundo (capítulos XVIII al XX).

Lo más saliente de las generalidades de la primera parte es la regla que da Fray Antonio: Aunque para tomar cualquiera estado, oficio o modo de vida, y, consiguientemente, decidir si se ha de vivir en la aldea o en la corte, el hombre cuerdo debe aconsejarse de varones prudentes, sin embargo, primeramente debe considerar la inclinación que naturalmente tiene, y, después, elegir el estado y morar en el lugar donde más honestamente se pueda sustentar, más limpiamente vivir y más segura y tranquilamente morir."De todo esto se puede collegir que cada uno trabage de conoscer a si mismo, y si viere que su condición es ambiciosa, bulliciosa, cobdiciosa e inquieta, estese en la corte, y muera en la corte: porque el tal dia que se fuere a su casa, le pueda el cura señalar la sepultura; y si el tal cortesano fuere virtuoso, manso, honesto, y quieto, de la corte a Dios, y váyase a retraer a su casa; y alli vera y conoscera que nunca supo que cosa era el bivir, sino despues que se vino a retraer" (34).

La enumeración de las ventajas de la vida en la aldea y de las desventajas de la permanencia en la corte, que da fundamento al Autor para sostener "que la vida de la aldea es mas quieta y mas privilegiada que la vida de la corte" (35), es muy minuciosa, pues los motivos pertenecen a todo orden: moral, social, pecuniario, familiar... hasta al propio de la gramática parda. Lo más saliente y de índole doctrinal de tales desventajas son éstas. Es privilegio de la aldea que los que allí moran sientan menos los trabajos; que en ella el bueno sea honrado por bueno y el ruin conocido por tal; que cada uno sea tenido y acatado por lo que vale, y no por lo que tiene; y que en ella los hombres sean más virtuosos y menos viciosos. Los daños e inconvenientes de más bulto que nota Guevara en la vida de corte, son: quien de suyo no es bueno tiene gran libertad y proporción para ser malo; no contenta plenamente a casi nadie; da ocasión a que se hagan muchas cosas malas por el qué dirán; hace pasar muchos trabajos; suscita envidias, finge amistad, da osadía... Todo esto hizo que dejaran la corte varones sabios e ilustres, como Diógenes, Catón, Lúculo, Pericles, Escipión Africano, Séneca, Platón...; y todo esto obliga a Guevara a menospreciarla y a alabar la vida de la aldea.

En el prólogo dice Guevara que de todos sus libros y tratados: [451] "en ninguno he fatigado tanto mi juicio, ni me he aprovechado tanto de mi memoria, ni he adelgazado tanto mi pluma, ni he polido tanto mi lengua, ni aun he usado de tanta eleganzia como ha sido en esta obra" (36). Desde luego da a ver el libro que Fray Antonio conoce lo que es la vida de la corte y los grandes peligros a que está expuesta. Sin embargo, es evidente que ni todas las ventajas que ve el Obispo de Mondoñedo en la vida de la aldea son tan peculiares de ésta que no sea posible se den alguna vez en la vida de la corte, ni, viceversa, todos los daños y males que atribuye a la vida de la corte no se encuentren también en la vida de la aldea.

Aunque el Menosprecio de corte y alabanza de aldea no tiene pretensiones de libro histórico, Fray Antonio incurrió en él en los mismos defectos de método que en el Marco Aurelio y en la Decada. Por esto, el Bachiller Pedro de Rhua sacó a pública luz las inexactitudes del Obispo montañés en la tercera de las cartas que dirigió a éste (37).

Libro llamado aviso de privados y doctrina de cortesanos. Dedicó Guevara este tratado a Don Francisco de los Cobos, privado de Don Carlos V y Comendador mayor de León, en la Orden de Santiago. De Cobos hace Guevara un gran elogio: "entre los consiliarios soys el mayor, entre los de vuestra patria el mayor, entre los secretarios el mayor, entre los comendadores el mayor" (38).

El libro puede considerarse dividido en prólogo y dos partes: una dedicada a los cortesanos (capítulos I al X) y otra, a los privados (capítulos XI al XX).

En el prólogo, la razón de dedicar el libro al Secretario Cobos a título de amigo, da ocasión a Guevara para escribir de la amistad y de las lecturas. Respecto a la amistad, señala Fray Antonio las cualidades que ha de tener un amigo para ser bueno: "Entre otras, estas condiciones ha de tener... que sea en la condicion humilde, en la contractacion amoroso, en los trabajos esforzado, en las injurias sufrido, en el comer sobrio, en las palabras medido, en los consejos grave; y sobre todo, que sea constante en la amistad y fiel en los secretos" (39). [452] Respecto a las lecturas, el Obispo de Mondoñedo enumera estos bienes del uso de buenos libros: "No podemos negar que los que leen en buenos libros... gozan de grandes privilegios, es a saber, que deprehenden bien a hablar, passan el tiempo sin lo sentir, saben cosas sabrosas para contar, tienen osadia de reprehender, todos huelgan de les oyr, doquiera se hallaren se han de señalar, a ninguno pesa de los conocer, muchos huelgan de ellos se aconsejar, y lo que mas es, que no son pocos los que sus animas y haziendas huelgan de se las encomendar" (40).

Después de ponderar la gran desgracia del que deja su propia casa y va a vivir con la corte (pues, según dice Guevara él afirma, no lo que leyó, sino lo que vió) sostiene que "la vida de la corte no es por cierto vida, sino una penitencia publica, y a los cortesanos no les llamaremos vivos, sino que estan en vida enterrados" (41). Guevara aconseja a los cortesanos cómo se han de conducir con los aposentadores, con los huéspedes en cuyas casas morasen, con el príncipe, enseñando al cortesano cómo ha de hablarle; con los privados y gobernantes... Por último les instruye sobre las compañías que han de frecuentar y sobre la forma de vestir, cabalgar y tratar a los criados, a los jueces y señores, a los iguales, a los porteros de la corte, a las damas...

Es curioso el procedimiento que Guevara indica, en el capítulo IV, para adquirir el favor del príncipe. El que quiera privar con el soberano debe ser muy honesto en su vida y muy limpio y honrado en su oficio. El principal medio para subir es conseguir que el rey conozca al cortesano más por la buena fama que por la persona. Debe, además, el cortesano evitar toda murmuración, seguir al príncipe en las aficiones deportivas: caza, pesca, montería, jineta, brida, etc.; tener por bueno cuanto al rey agrade y por malo lo que le displace, y si sintiere lo contrario, guardarlo y callarlo; no hablar con frecuencia al rey, y cuando lo haga decir palabras muy sustanciosas y bien pensadas. Guevara sintetiza toda su doctrina afirmando que lo que más puede al príncipe para dar favor a un cortesano es ver que éste le sirve mucho y le importuna poco.

A los privados, Guevara les avisa, por el bien de ellos, que sean muy sufridos, diligentes en el despacho de los negocios, humildes y no presuntuosos, magnánimos y no avarientos, desconfiados del mundo y despreciadores de lo mundano, temerosos de Dios y buenos [453] cristianos, castos, sobrios en el comer y banquetear, muy comedidos en el hablar y aún más en decir mal de nadie, veraces y especialmente leales para guardar los secretos de los príncipes.

Libro de los inventores del arte de marear, y de los trabajos de la galera. También le dedicó Fray Antonio al Secretario Cobos, en carta, fechada en Valladolid a 25 de junio de 1539, que, a modo de prólogo, antecede al opúsculo.

En esta carta dedicatoria da Guevara la siguiente explicación de lo que se propuso al escribir este librito: "yo señor os compuse un libro llamado aviso de priuados, para quando estuviessedes en tierra; agora he compuesto esse otro tractado, de la vida de galera, para quando anduvieredes por la mar; mi intencion ha sido, que el uno sea para passatiempo, y el otro para aprovechar el tiempo" (42).

Según dice Guevara al comienzo del libro, éste "va a manera de semón" (43). Toma como texto un refrán: pues, según Fray Antonio, dijo Plutarco que más fe se ha de dar "a los refranes de las pobres viejas, que no a los dichos de los remontados philosophos, porque ellas nunca dizen sino lo que experimentaron, y ellos muchas vezes escriven lo que soñaron" (44). El adagio susodicho es este: la vida de galera, dela Dios a quien la quiera. La materia que desenvuelve el libro o sermón de Guevara, la indica éste así: "diremos el origen de hazer galeras, el lenguage que alli se habla, y lo que se ha de proveer para navegar en galera" (45). El fundamento de cuanto Guevara escribe es, según él, la propia experiencia. "Todo lo que en esta materia predicaremos y blasonaremos... no lo oymos de otros, sino que lo experimentamos nos mismo: porque apenas ay puerto, ni cala, ni golfo en todo el mar Mediterraneo, en el qual no nos ayamos hallado, y aun en gran peligro visto" (46).

No merece mucho crédito este libro como obra histórica, si hemos de acostarnos al juicio del Bachiller Pedro de Rhua; pero en lo que este opúsculo tiene valor muy grande es como cuadro real, verdadera fotografía, de la vida en el mar y de la navegación en el siglo XVI. El realismo de Guevara es tal como dan a ver estos trozos. Hablando, [454] en el capítulo VI, de la manera de dormir en las galeras, escribe: "si por aver merendado castañas, o aver cenado ravanos al compañero se le soltare algun ya me entiendes, has de hazer cuenta hermano que lo soñaste, y no dezir que lo oyste. Es privilegio de galera que todas las pulgas saltan por las tablas, y todos los piojos que se crian en las costuras, y, todas las chinces que estan en los resquicios, sean comunes a todos, anden entre todos, se repartan por todos, y se mantengan entre todos, y si alguno apellare deste privilegio, presumiendo de muy limpio y polido, desde agora le prophetizo, que si echa la mano al pescuezo y a la barjuleta, halle en el jubon mas piojos que en la bolsa dineros... Es privilegio de la galera que en haciendo un poco de marea, o en andando la mar alta, o en arreziandose la tormenta, o en engolfandose la galera, se te desmaye el corazon, desvanezca la cabeza; se rebuelva el estómago, se te quite la vista, comiences a dar arcadas, y a revessar lo que has comido y aun echarte por aquel suelo; y no esperes que los que te estan mirando te tendran la cabeça, ni socorreran con alguna alcorça, sino que todos muy muertos de risa te dirán, que no es nada, sino que te prueva la mar, estando tu para espirar y aun para desesperar... Es privilegio de galera que todo pasagero que quisiere purgar el vientre, y hazer algo de su persona, esle forçoso de yr a las letrinas de proa, o arrimarse a una vallestera, y lo que sin verguença no se puede dezir, ni mucho menos hazer, tan publicamente le han de ver todos assentado en la necessaria, como le vieron comer a la mesa" (48).

Miscelánea

Incluyo en este título las Epístolas familiares, que por vez primera publicó Guevara en 1539 en la tipografía vallisoletana de Juan de Villaquirán.

Aunque el título: Epístolas familiares, parece indicar que sólo cartas contiene esta obra, encierra también varios discursos, que Guevara llama razonamientos, hechos al Emperador Don Carlos V, a la Emperatriz Doña María, a las Reinas Doña Gérmana de Foix y Doña Leonor de Francia, a los religiosos a quienes gobernaba, a los comuneros de Villabrájima... Son asuntos de estos discursos, unas veces verdades religiosas, otras cuestiones políticas, otras la explicación de medallas romanas... [455]

Las propiamente cartas van dirigidas, algunas de ellas, a personas de mucha importancia en la historia, como el Gran Capitán Gonzalo de Córdoba, el Condestable de Castilla Don Iñigo Fernández de Velasco, el Marqués de Pescara, el Almirante de Castilla Don Fadrique Enríquez, el Obispo Acuña, el comunero Juan de Padilla, el Arzobispo Don Alonso Manrique... Con arreglo a su costumbre, Guevara no tuvo reparo en dar como traducidas cartas que él ideó y que afirma haber dirigido el filósofo Plutarco al Emperador Trajano, éste a aquél, el Senado a Trajano... El tema de dichas cartas es variadísimo: acontecimientos de actualidad a la sazón, cuestiones históricas, textos de la Sagrada Escritura, exhortaciones morales, doctrinas políticas, refranes, costumbres, donosuras... Ninguna carta versa sobre asunto propiamente filosófico.

Son bastantes las inexactitudes históricas que el Bachiller Pedro de Rhua notó en las Cartas familiares. Pero si como obra histórica no son de fiar estas epístolas, como escritos elegantes, donosos y socarrones, no habrá seguramente nadie que no les dé un valor extraordinario. Otro español que también sobresalió mucho en el género epistolar, el P. José Francisco de Isla, tiene las cartas de Guevara como prototipo en cuanto a gracia y a embustes (49).

También escribió Guevara sobre los acontecimientos del reinado de Don Carlos V. Lo dice en el prólogo de la Década de Cesares (50), y lo confirma su testamento (51); pero no se ha publicado este trabajo, ni sé yo que se conozca siquiera dónde se halla. En ninguna bibliografía le he visto citado. [456]

III. Carácter de Guevara como escritor: no es filósofo. Indicaciones sobre la influencia de Guevara en el extranjero

La idea de considerar a Guevara como filósofo nació, sin duda, en Don Adolfo de Castro, quien incluyó varios trozos del Marco Aurelio en el tomo LXV de la Biblioteca de autores españoles, de Rivadeneyra, que contiene Obras escogidas de filósofos, y quien, en el Discurso preliminar de dicho tomo, escribió: "Evidentemente en los libros citados de Don Antonio de Guevara, Obispo de Mondoñedo (se refiere al Marco Aurelio y al Menosprecio de corte y alabanza de aldea), hay muchos pensamientos filosóficos de mérito y novedad, muy dignos de ser celebrados. Débese dar a su autor un puesto distinguido en el número de los españoles que han cultivado con acierto y profundidad la filosofía en nuestra patria" (52). Movido, seguramente, por este criterio, Don Adolfo Bonilla incluyó en su índice de la Historia de la Filosofía Española a Fray Antonio de Guevara.

Y sin embargo, el Obispo montañés no es filósofo ni, a mi juicio, tiene por qué figurar en una Historia de la Filosofía. Guevara nada escribió de Lógica ni de Metafísica; y si habló de asuntos morales y políticos, no lo hizo filosóficamente: porque no analizaba ideas, ni precisaba conceptos, ni desenvolvía y dividía los términos, ni demostraba científicamente las verdades..., sino que trataba de convencer y persuadir se siguieran sus enseñanzas, fundándose en razones religiosas, en hechos pasados, unas veces históricos y otras inventados por su fantasía; en observaciones personales, en donaires de su ingenio... Es decir, Guevara no escribió de Moral y Política considerándolas en sus causas, y menos en sus causas últimas. No es, pues, filósofo.

Para demostrar todo esto voy a presentar varios textos tomados de la obra más importante y renombrada de Guevara, el Marco Aurelio, libro cúspide de Fray Antonio; y sacaré esos textos precisamente de los pasajes más felices del Relox de Príncipes.

En el capítulo XVI del libro II pone Guevara en boca del Emperador Marco Aurelio, cuando éste contesta en un largo razonamiento, que ocupa tres capítulos, a la petición de la Emperatriz Faustina, que deseaba la llave del estudio de su marido, las diez y ocho reglas con las cuales asegura Fray Antonio que los maridos vivirán en paz, con [457] sus mujeres. En este trozo está como la quintaesencia de la doctrina de Fray Antonio sobre el matrimonio. Veremos, pues, cómo razona al proponer esas normas, para concluir que es evidente que no se fija en las causas últimas de las cosas, y, consiguientemente, que no discurre como filósofo.

"Lo primero: deve el marido sufrir y tener paciencia, quando la muger esta enojada: porque no ay en el mundo serpiente que tenga tanta ponçoña como es la muger quando esta ayrada. Lo segundo: deve el marido trabajar, en que provea a su muger, segun la posibilidad de todo lo necessario, assi para su persona como para su casa: porque acontece muchas vezes, que andando las mugeres a buscar las cosas necessarias, tropieçan con las superfluas, y no muy honestas. Lo tercero: deve el marido trabajar, que su muger trate con buenas personas: porque muchas vezes riñen, y dan bozes las mugeres, no tanto por la ocasion que les dan sus maridos, quanto por lo que les dizen y imponen sus malos vezinos. Lo quarto: deve el marido trabajar, que su muger en ninguna cosa sea estremada, conviene a saber, que ni del todo este siempre encerrada en casa, ni tampoco muy amenudo la dexe andar fuera: porque la muger muy andariega pone en peligro la fama y pone en condición la hacienda. Lo quinto: deve el marido guardarse, que no se ponga con su muger en porfia, a causa que no le pierda la verguença: porque la muger que una vez a su marido se descara, no ay vileza que dende en adelante contra el no cometa..." (53).

En el comienzo de este discurso expone Marco Aurelio (54) la doctrina sobre un buen príncipe, pero sin razonarla de ningún modo: "El principe que sea buen principe no ha de ser cobdicioso en los tributos, ni ha de ser soberbio en los mandamientos, ni ha de ser ingrato en los servidos, ni ha de ser atrevido a los templos, ni ha de ser sordo a los agravios, ni ha de ser cruel con los huerfanos, ni ha de ser pesado en los negocios, y el principe que caresciere destos vicios sera de los hombres amado, y de los dioses favorescido" (55).

En la famosísima plática que, según cuenta Marco Aurelio, hizo un villano de las riberas del Danubio a los senadores romanos cuando vino a quejarse ante el Senado de las tiranías de los romanos en las tierras germanas, hay uno de los trozos más filosóficos que [458] pueden entresacarse de los libros de Guevara, porque está indicada, por lo menos, la causa última de la doctrina que se expone. El célebre villano enuncia y razona así una verdadera ley de la Filosofía de la Historia: "No penseys vosotros los romanos, que si tomastes, y os señoreastes de nuestra Germania, que fue por alguna industria de guerra, ca ni soys mas bellicosos, ni mas animosos, ni mas osados, ni aun mas esforçados que nosotros, sino que como nosotros teniamos offendidos a nuestros dioses, ordenaron ellos en sus secretos juyzios, que para castigar a nuestros desordenados vizios, fuesedes vosotros sus crueles verdugos" (56).

Tan cierto es que Guevara no es filósofo y que no debe ocupar puesto alguno en la Historia de la Filosofía Española del siglo XVI que Menéndez y Pelayo, nada sospechoso en contra de Fray Antonio, a quien el Polígrafo santanderino estudia con todo el cariño que pone siempre en sus indagaciones sobre escritores montañeses, dice que el Obispo de Mondoñedo no tenía para qué figurar entre los filósofos, porque en él no hay filosofía de ningún género (57).

Aunque, por no escribir de Filosofía ni filosóficamente, no tuvo Guevara por qué exponer minuciosamente sus doctrinas filosóficas, parece mostrar alguna inclinación, la compatible con la ortodoxia católica, hacia el escepticismo. El prólogo de la Decada de Cesares le termina con una sentencia de Anaxágoras: "el fin de nuestra pluma es persuadir y avisar, a todos los mortales, a que sepan y crean, que no ay cosa en esta vida mas cierta, que ser todas las cosas inciertas" (58). Lo mismo repite en otros varios pasajes de distintas obras; y en lo referente a la historia, cuando el Bachiller Pedro de Rhua escribió a Guevara advirtiéndole que los lectores culpaban al Obispo franciscano de "la mas fea y intolerable [cosa] que puede caer en escriptor [459] de auctoridad... que da fabulas por historias, y fictiones propias por narraciones agenas, y alega autores que no lo dizen o dizen de otra manera, o son tales que no los hallaran" (59), Guevara contestó muy seriamente que "son tan varios los escriptores en este arte de humanidad [la historia] que fuera de letras divinas no ay que affirmar ni que negar en ninguna dellas; y para dezir verdad a muy poco de ellas creo, mas de tomar en ellas un passatiempo, y a que se ha de dar credito... no hagays señor hincapie en historias gentílicas, pues en ellas ninguna verdad ay, et pro utraque parte militant argumenta" (60).

Así Guevara dió ocasión a que Pedro de Rhua le advirtiera que: "Palabras son estas que mas parescen de Archesilas o de Pyrron philosophos scepticos, epheticos, y aporeticos, que de Vuestra Señoria" (61). Y así, también, Guevara dió motivo para que Cervantes se burlara de él, diciendo, en el prólogo del Quijote: "Para mostraros hombre erudito en letras humanas... si [tratáredes] de mujeres rameras, ahí está el Obispo de Mondoñedo, que os prestará a Lania, Laida y Flora (62), cuya anotación os dará gran crédito" (63).

Guevara no es, pues, filósofo; es un escritor doctrinal que, como él mismo dijo en el prólogo del Libro llamado menosprecio de corte y alabanza de aldea, "no contento con reprehender a los cortesanos cuando predico, me prescio de ser tambien satyrico y aspero en los libros que compongo" (64). El Obispo de Mondoñedo es, por consiguiente: "un moralista práctico, sin filosofía de ningún género", como le calificó Menéndez y Pelayo (65).

Para moralizar de este modo, y ya que no se base en la Filosofía, Guevara se apoya en su gran conocimiento y experiencia de la vida, en su erudición evidente y extensa, en su criterio práctico muy seguro, envolviéndolo todo con donaires y socarronerías sin número que le hacen inconfundible con ningún otro escritor. ¡Lástima que, ya [460] que Guevara no trató de apoyarse en la verdad histórica, no lo advirtiera claramente!; y no hubiera dado ocasión para que, con fundamento, se creyera que pretendía escribir de historia, cuando, en realidad, fingía e inventaba: Si así hubiera procedido Fray Antonio, sus obras hubieran tenido el mismo valor que hoy poseen, y, en cambio, no hubiera podido decirle el Bachiller Pedro de Rhua "homine cum paucis erudito", según Alfonso García Matamoros (66), lo que parece imposible que oyera sin sonrojo y vergüenza quien era cronista del César, religioso franciscano y obispo jurisdiccional: "el que en cada hoja de sus libros promete verdad y en cada hoja da falsedad; y el que pregona historias, y vende fabulas; y el que nombra testigos ultramarinos, y nunca los presenta; el que invierte las edades, trastueca los tiempos, trasmuda los lugares... el que assí infama las historias, y desgradua los autores, y desmiente la fe de los libros antiguos, y destruye la memoria de los passados, diziendo, que no ay en todas las historias gentilicas qué afirmar, ni que negar, ¿que merece de los presentes, sino la censura de Aristarcho, o la pluma de Filoxeno?" (67).

Por consiguiente, como escritor Guevara es, según dijo Vázquez de Mella: "Quevedo con báculo" (68); y, según escribió Menéndez y Pelayo: "un moralista agridulce, que buscaba en la historia real o inventada adorno o pretexto para sus disertaciones, donde lo de menos era la erudición y lo principal la experiencia del mundo; un satírico entre mordaz y benévolo, de las flaquezas cortesanas" (69), y aún pudiera añadirse que de todos los hombres. Tiene razón Capmany cuando afirma que, aunque Guevara no haya "guardado gran fidelidad en los hechos históricos... tampoco podemos contar, ni antes ni después de él, escritor que haya dicho mas verdades, ni con mas sal, donayre, y alegre libertad" (70).

Como prosista castellano, Guevara es para Menéndez y Pelayo: "un original artífice de estilo, creador de una forma brillante y lozana, [461] culta y espléndida" (71). Los libros de Fray Antonio tienen, a juicio del mismo Polígrafo: "trozos escritos con gran propiedad, nervio y eficacia, muestras de la más culta y linajuda prosa del tiempo de Carlos V" (72). "Tampoco se puede negar al Obispo Guevara, dice Capmany, su donosa naturalidad, su facilidad, y su graciosa discreción, con que por medio de cierto juego de palabras... templa la acrimonia de su condicion, y disfraza cierta mordacidad filosófica, que se siente gratamente a causa de aquel ayre suyo propio de urbana familiaridad con que todo lo sazona" (73).

Pero, junto a estos grandes méritos, tiene el estilo de Guevara graves defectos, hijos todos de no haber seguido la regla que enunció muy cuerdamente en el prólogo del libro llamado Relox de Principes: "toda la excelencia del escrivir esta en que debajo de pocas palabras se digan muchas y muy graves sentencias" (74). Por esto Fray Antonio, como afirma Menéndez y Pelayo: "es un autor terriblemente tautológico, y Cicerón mismo puede pasar por un portento de sobriedad a su lado. Anega las ideas en un mar de palabras, y siempre hay algo que se desearía cercenar aun en sus mejores páginas" (75). Y es que, según afirmó Capmany, aunque las palabras de Guevara "no son vacias de sentido, ni obscuras, ni impropias... son muchas, y hacen por lo comun enervado y desigual el estilo" (76).

En resumen: según piensan Capmany y Menéndez y Pelayo, a Guevara "ninguna condición de buen escritor le faltó, salvo la moderación, el tino para saber escoger, el buen gusto para saber borrar" (77); y "si hubiese hablado menos, si hubiese reducido sus escritos a la mitad de su volumen, tal vez en España no tendríamos en su género hombre mas elocuente" (78).

Guevara fue uno de los escritores castellanos del siglo XVI que mayor influjo han ejercido en las literaturas europeas; y ha sido imitado por multitud de autores de diversas naciones. No he de puntualizar más tal influjo: porque, como tema literario, éste es ajeno a una Historia de la Filosofía; y porque, además, es trabajo que ya está [462] hecho merced a los estudios de Clement (79), Gálvez (80), Vaganay (81)...

Aun con todos los defectos y máculas que, como escritor, tiene Fray Antonio de Guevara, la Montaña puede enorgullecerse legítimamente de haberle tenido por hijo: porque, cuando menos, siempre brillan en él las cualidades que le atribuye Alfonso García Matamoros: "virum hunc mirae facundiae fuisse, et incredibilis ubertatis naturae" (82).

Por Marcial Solana
Historia de la Filosofía Española. Época del Renacimiento (siglo XVI), Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, Madrid 1941, tomo II, páginas 439-462. Libro Cuarto: Filósofos independientes o eclécticos. Capítulo V. Fray Antonio de Guevara.

NOTAS:

(1) La principal, fuente para la biografía de Fray Antonio de Guevara son sus escritos: en ellos suministra muchas noticias sobre su vida. Puede verse, también, el estudio genealógico y biográfico compuesto por Don Julián de San Pelayo, que va al frente de la edición del Libro llamado Menosprecio de corte y alabanza de aldea impresa en Bilbao en 1893. Sobre Guevara como escritor, véase especialmente el párrafo VII de la Introducción de Menéndez y Pelayo a los Orígenes de la novela, tomo I de la Nueva biblioteca de autores españoles, Madrid, 1905, págs. CCCLXIV a CCCLXXV.
(2) Epístolas familiares de Don Antonio de Guevara, Parte segunda, Amberes 1633, pág. 329.
(3) Boletín de la Real Academia de la Historia, t. LXV, Madrid 1914. Cuadernos I-II. Julio-agosto de 1914, VII. La patria del Obispo de Mondoñedo Fray Antonio de Guevara, pág.130.
(4) Epístolas familiares de Don Antonio de Guevara, Parte primera, Amberes, 1633, págs. 200, 201 y 202.
(5) Epístolas familiares de Don Antonio de Guevara, Segunda parte, págs. 337 y 338. Ed. cit.
(6) Epístolas familiares de Don Antonio de Guevara, Primera parte, pág. 241. Ed. cit.
(7) Uso la primera edición del Menosprecio de corte y alabanza de aldea, Valladolid, 1539. No tiene foliación. Lo transcrito va a la vuelta de la hoja segunda.
(8) Epístolas familiares de Don Antonio de Guevara, Primera parte, págs. 267-277. Ed. cit.
(9) He utilizado el ejemplar de la Biblioteca Nacional de Madrid. Signatura: R. 16612. Procede del Convento de los Carmelitas observantes de Madrid. En la Biblioteca de Menéndez y Pelayo he visto otro ejemplar. Signatura: R-V-56.
(10) Poseo ejemplar de esta primera edición, que, para que yo le estime más, perteneció a mis ascendientes. Para la segunda parte de la obra he visto el ejemplar de la Biblioteca Nacional de Madrid. Signatura: 3-63.791
(11) Así, por ejemplo, al comienzo casi del capítulo I sobre la primera palabra que el Señor habló en la cruz, correspondiente a la Segunda Parte del libro llamado Monte Calvario, pone Guevara unas frases del Timeo sobre la virtud de la prudencia.
(12) Folios V v. y VI (aunque debieran ser XIII y XIIII) de la 1ª edición: Valladolid, 1529. Utilizo el ejemplar de la Biblioteca de Menéndez y Pelayo, de Santander. Signatura: R-V-8-2.
(13) Orígenes de la novela. Introducción. VII, pág. CCCLXVI del tomo I, Madrid 1905.
(14) Loc. y ed. cits., págs. CCCLXXII-CCCLXXV
(15) Folio XIIIv. Ed. cit. Por error este folio lleva el nº V en la primera edición.
(16) Loc. y ed. cits.
(17) Folio XIIIv. Ed. cit.
(18) Folio XIV. Ed. cit.
(19) Folio II. Ed. cit.
(20) Folio VIIv. Ed. cit.
(21) Folio XIV. Ed. cit.
(22) Folio XIV. Ed. cit.
(23) Folio IV. Ed. cit.
(24) Folio IVv. Ed. cit.
(25) y (26) Introducción a los Orígenes de la novela, t. I, § VII, pág. 365
(27) Edición rara. Utilizo el ejemplar de la Biblioteca de Menéndez y Pelayo, de Santander. Signatura: R-V-5-7
(28) Prólogo, el cual no lleva foliación en la edición que manejo: Valladolid, 1539. Lo transcrito va a la vuelta de la hoja señalada con la marca: CIII
(29) En el último folio recto del Prólogo. Ed. cit.
(30) Ultimo folio recto del Prólogo. Ed. cit.
(31) Loc. cit.
(32) Final del Prólogo, último folio vuelto. Ed. cit.
(33) Cartas de Rhua lector de Soria sobre las obras del reverendisimo señor Obispo de Mondoñedo dirigidas al mesmo. 1549, Burgos, en casa de Juan de Junta. La censura de las inexactitudes de Guevara ocupa los folios 86 al 91. Es edición rara. Uso el ejemplar de la Biblioteca de Menéndez y Pelayo, de Santander. Signatura: R-VI-2-23
(34) Cap. III, fol. V v. Ed. cit.: Valladolid, 1539
(35) Capítulo V, fol. VII v. Ed. cit.
(36) En la primera edición, que es la que uso, impresa en Valladolid en 1539, el prólogo no lleva foliación alguna. Lo transcrito se halla en el 2º de los folios correspondientes al prólogo.
(37) Folios 55 v. a 69 v. de la edición de las Cartas de Rhua impresa en Burgos en 1549
(38) Prólogo. En la 1ª edición, que es la que manejo, no lleva foliación el prólogo. Lo transcrito está en el folio 4º del prólogo.
(39) En la 1ª edición, que es la que uso, el prólogo no lleva paginación. Lo transcrito está a la vuelta del folio 3º del mismo prólogo.
(40) Folio 7º del Prólogo.
(41) Capítulo I, fol. II. Ed. cit. 
(42) Al final de la carta prólogo, que no lleva foliación. La hoja tiene la marca: AAii.
(43) Folio II v. Ed. cit.
(44) Loc. y ed. cits.
(45) Folio III. Ed. cit.
(46) Folio III. Ed. cit.
(47) Trata de las inexactitudes históricas de esta obra en la tercera de las cartas que dirigió a Guevara. Fols. 79 al 88 de la edición de Burgos, 1549
(48) Folio IX r. y v. Ed. cit.
(49) "Aunque mis cartas fueran mas graciosas y mas embusteras que las del ilustrísimo Guevara" (carta XVII, fechada en Salamanca el 11 de octubre de 1752, de la segunda parte de las Cartas familiares, pág. 564, col. 1ª, t. XV de la Biblioteca de autores españoles, de Rivadeneyra, Madrid 1850, tomo dedicado a las Obras escogidas del Padre José Francisco de Isla).
(50) "Hame sido también muy penosa la composición de esta decada, el poco tiempo que tenía para ocuparme en ella, que a la verdad despues que cumplía con los officios de mi yglesia, y leya en la sagrada escriptura, y aun escrevía en la imperial chronica, no me quedava mas tiempo del que hurtava de negociar, y ahorrava del dormir" (4º folio del prólogo, que no lleva paginación).
(51) "Item decimos y declaramos que nos como chronista de su majestad, escribimos las chronicas hasta que venimos de Túnez, y después nos pusimos a escribir otras obras" (Vid. Don Fr. Antonio de Guevara por Don Julián de San Pelayo al principio de la edición del Libro llamado menosprecio de corte y alabanza de aldea, Bilbao 1891, pág. CLXII, nota 2ª).
(52) Página XVLII de la edición de Madrid 1873.
(53) Folio CXIV v. de la primera edición: Valladolid, 1529.
(54) Cap. XV. Lib. II. Téngase presente que en la foliación de la primera edición hay equivocaciones.
(55) Folio CXXXVII. Ed. cit.
(56) Libro III, cap. IV, fol. CCCII r. y v. Ed. cit.
(57) En el tomo 65 de la Biblioteca de autores españoles: Obras escogidas de filósofos, que perteneció a Menéndez y Pelayo y hoy guarda su Biblioteca (Signatura: V.34), hay una nota marginal autógrafa de Menéndez y Pelayo, puesta en la pág. XLVII, correspondiente al Discurso preliminar de Don Adolfo de Castro, y donde éste habla de Fray Antonio de Guevara. En esa nota escribió Menéndez y Pelayo estas dos palabras: No filósofo. Corroborando este juicio, en la nota 1ª de la pág. CCCLXXII de la Introducción a los Orígenes de la novela, t. I, Madrid 1905, escribió el propio Menéndez y Pelayo: "También don Adolfo de Castro, en el tomo de Filósofos de la biblioteca de Rivadeneyra, donde no tenía para qué figurar Guevara, que es un moralista práctico, sin filosofía de ningún género, pone algunos de los mejores trozos del Marco Aurelio".
(58) A la vuelta del folio 5 del prólogo, que en la primera edición (Valladolid, 1539) va sin paginar.
(59) Tercera de las cartas de Rhua a Guevara, fol. 37 v. de la primera edición de las Cartas de Rhua, Burgos, 1549.
(60) Loc. cit., fol. 38
(61) Loc. cit., fol. 38 r. y v.
(62) Se refiere a las tres cortesanas griegas que creó Guevara, transcribiendo las palabras de ellas "como si las hubiera conocido", según nota Menéndez y Pelayo (Orígenes de la novela, t. I. Introducción, pág. CCCLXVIII)
(63) Obras completas de Cervantes, t. III (Argamasilla de Alba, 1863), páginas XLI y XLII. Texto corregido por Don José Eugenio Hartzenbusch.
(64) A la vuelta del folio 2º del prólogo, sin numeración en la primera edición
(65) Orígenes de la novela, t. I, Introducción, pág. CCCLXXII. Nota 1ª
(66) De adserenda hispanorum eruditione, pág. 64 de las Obras de García Matamoros, Madrid 1769. Este juicio no es de un admirador ciego del Humanista soriano, pues poco antes de escribirle, García Matamoros apellida a las Cartas de Rhua: "repugnantem libellus" (Loc. cit.)
(67) Carta tercera, fols. 52 v. y 53 de la edición de Burgos, 1549, de las Cartas de Rhua.
(68) Los obispos de las Comunidades, pág. 363 del t. II: Ideario, Madrid, año 1931, de las Obras completas del Excmo. Sr. D. Juan Vázquez de Mella y Fanjul.
(69) Orígenes de la novela, t. I, Introducción, pág. CCCLXVIII. Ed. cit.
(70) Teatro histórico crítico de la eloquencia española, t. II, Madrid, 1786, párrafo III, pág. 35
(71) Orígenes de la novela. Introducción. t. I, pág. CCCLXVIII
(72) Loc. y ed. cits. pág. CCCLXX
(73) Teatro histórico crítico de la eloquencia española, t. II, § III, página 36. Ed. cit.
(74) Folio IV de la primera edición: Valladolid, 1529.
(75) Orígenes de la novela, t. I, Introducción, pág. CCCLXX
(76) Teatro histórico crítico de la eloquencia española, t. II, § 3, pág. 36
(77) Orígenes de la novela, t. I, Introducción, pág. CCCLXX
(78) Teatro histórico crítico de la eloquencia española, t. II, pág. 36
(79) Antoine de Guevara, ses lectures et ses imitateurs français au XVI siecle, en la Revue d'histoire litteraire de France, 1900 y 1901
(80) Guevara in England, Berlín 1916
(81) Antoine de Guevara et son oeuvre dans la litterature italienne, en Bibliofilia (1916), t. XVII
(82) De adserenda hispanorum eruditione, pág. 64 de las Obras de García Matamoros, Madrid 1769.

2 comentarios:

Gonzalo Rojas dijo...


La imagen que acompaña este texto no es de fray Antonio de Guevara (1480-1545), sino de Antonio de Guevara, IV Conde de Potenza, que fungió como virrey de Napóles en 1509.

Humanitum Iratus dijo...

Muchas gracias por la corrección y por tomarte el tiempo para indicárnoslo, Gonzalo.

Efectivamente la imagen no era de Fray Antonio de Guevera, sino como indicas del Antonio de Guevara que fuera virrey de Nápoles. Ya hemos procedido a la rectificación del error.

Gracias también por seguir nuestra página y por contribuir a mejorarla.

Un cordial saludo.